sábado, 17 de diciembre de 2011

El mito del desgüeve universal y el crecimiento infinito (Parte II).


             En la Teoría de la Relatividad de Einstein ya se atisbaba la existencia de los agujeros negros, e incluso, cómo podría ser eso de viajar por su interior. En la descripción de un agujero negro hay algo inquietante que echa por tierra su teoría, hay un montón de ceros en sus ecuaciones que revientan precisamente cuando la distancia del radio del agujero se aproxima a cero; en este punto la gravedad es infinita, el tiempo se para y el espacio deja de tener sentido, e implica un colapso de todo lo que conocemos en el universo físico. Esta singularidad sería aplicable a un montón de “universos” conocidos, ya que el infinito realmente no existe, es una monstruosidad que sólo puede ubicarse en el ámbito numérico, pero no en el físico acreditado. Uno de los mantras “alternativos” que ahora pegan con dulzura, es castigar al “sistema” económico tradicional por la inhumana intención de pretender crecer hasta el “infinito” para garantizar su supervivencia, diezmando los recursos naturales y acrecentando las desigualdades sociales. Éste es el primer mantra del “movimiento asociativo”, del alternativo, del antisistema, de los antineoliberales y del movimiento “verde” más verde celebrado.
            El “sistema” es un conjunto vivo que está obligado a cambiar permanentemente para poder sobrevivir, manteniendo un orden para evitar su declive, como en cualquier otro proceso de adaptación, estando más relacionado todo esto con su madurez que con su crecimiento. El hombre es un ser vivo enjaulado, obligado a sobrevivir acorde con sus recursos y posibilidades, teniendo que mantener, quiera o no quiera, un delicado equilibrio entre sus pretensiones de desarrollo y el cuidado y mantenimiento del medio, de donde provienen los recursos que garantizan su supervivencia. El movimiento alternativo parece desconocer que hay muchas vidas que alimentar, y proponer una alienación maoísta para despojarlas de la oportunidad de que se alimenten por sí mismas, esperando pasivamente la providencia del régimen para que nadie incurra en un exceso que pueda herir la salubridad del medio, es realmente una temeridad. Es curioso que el medio es más tóxico en los paraísos alternativos que en los países desarrollados, porque la eficiencia de las máquinas, la tecnología, las formas de energía utilizadas y los recursos para obtenerlas, diezman menos el medio. La miseria social y económica en la que están sumidos los subsidiados "alternativos", crea siempre una especie de desventaja dinámica que sume a generaciones enteras en la más absoluta indigencia. No sólo los dirigentes “alternativos” tienen derecho a una vida plácida respirando “oxígeno puro”, también la plebe tiene que tener, al menos, la oportunidad de hacer frente a la vida miserable que residualmente genera semejante disyuntiva. En fin, tendría que decir y aclarar muchas más cosas, pero si alguien cree que estamos donde estamos por un imperativo político es absolutamente falso, estamos donde estamos porque el albedrío humano converge aquí, en el cielo e infierno económico que conocemos, el que nos permite la libertad económica y, por qué no, la libertad política, y pensar en la utopía alternativa me da un poco la risa. Lo de “deconstruir” para aniquilar el valor del trabajo, la realización personal y el consumo necesario para superar el umbral de supervivencia de una sociedad, es el meollo donde se cuece la “utopía alternativa”. Otro día más, que ahora ya no quiero continuar liándola. Buenas noches.