viernes, 14 de junio de 2013

¡ Menuda Pesadilla !

     Una inquietante pesadilla desbarató el reparador sueño que inicié después de escribir el anterior post. Quizás los anarquistas de mi barrio no estén exentos de razón cuando manchan las fachadas afirmando: "la conciencia no genera monstruos cuando sueñas, sino cuando duermes". Mi hermosa gatita, que suele dormir a mi lado en mi cama, lamió mi mano y me susurró: “no todos los empresarios cumplen, los hay desaprensivos y usureros, y más de los que tú te crees”. En fin, totalmente de acuerdo con ella; aún más, sufrí yo algo de eso y acabó en tragedia. A pesar de todo, no puedo criminalizar a un colectivo social tan importante porque, obviamente, no puedo presumir de que la mayoría sea así. Si en este país lo de criminalizar y politizar las cosas fuera a menos, muchos problemas dejarían de serlo.
    En todo caso, le comenté a mi gatita que la pesadilla que comprometió mi descanso era mucho más turbadora. Tenía la impresión de que yo giraba al ritmo de un engranaje que lo movía todo. Movía las estrellas, los planetas, me movía a mí y a la demás gente, y con ello eran arrastrados los coches y la economía y la escuela y todo lo que yo ya no podía abarcar ni definir; lo movía todo como si fuera un sistema de transmisión infinito, donde el lento, pero inexorable devenir del tiempo, escondía en cada giro el último axioma de nuestra existencia: un círculo vicioso que nos condenaba a todos a reiterar lo vivido entre cada ciclo inicial y final del cosmos. Me sobrecojo puntualmente cuando tengo la sensación de que las cosas no suceden porque sí, sino que hay una fuerza que arrastra a las personas más allá de brindarles una opción, y sin saber por qué, de repente acaban contemplando el escenario tragicómico de su vida desde una cuneta, fuera del plácido trazado vital que uno espera poder disfrutar. Hoy ni siquiera sé por qué escribo realmente todo esto, pero quizás lo hice porque sea importante, entre otras cosas, disponer de algo de dinero en el bolsillo, aunque para ello tenga que moverse una noria que desborde los límites de nuestra imaginación. Algún día las cosas volverán a ser como eran, y la pasta fluirá como el viento para poder alimentar la comedia cotidiana en la que estamos felizmente inmersos.

domingo, 2 de junio de 2013

Sobre lo mínimo

Tuve siempre la impresión de que la falta de libertad económica condiciona la severidad de la crisis en la que estamos inmersos en este país. Mi percepción es que aquí, en general, giró la economía haciendo caso omiso a los indicadores de eficiencia que siempre nos delataban como un país con un rendimiento muy por debajo de lo que nos identificaría como realmente serios. Es difícil que alguien pueda emplear a otro a un precio superior al que puede ofrecerle, y aunque al numerario sindicalismo vertical que padecemos le cueste entender lo que digo, si el salario mínimo se establece muy por encima de la productividad que pueda generar un trabajador, tengo la convicción de que la mayoría de los trabajadores acabarían en la calle. Siempre habrá una España de delirio que hábilmente distorsionará la realidad, señalando como causa de todo mal esa depravada razón empresarial que tiene como único objetivo el afán de lucro y, por extensión, la iniquidad por excelencia, ese capitalismo “aterrador” que tanta “mala” vida nos viene dando durante tanto tiempo. Esto es de consumo interno y, quizás, por desconocer el socialismo, es triste que haya gente que todavía se lo trague. Cuando yo empecé a trabajar no tenía salario mínimo. Era músico de baile y, tanto yo como mis compañeros, cobrábamos lo que trabajábamos. En ocasiones, firmábamos con el contratista un sueldo por cierto tiempo a cambio de que él dispusiera de nosotros para trabajar, y siempre que nos garantizara el sueldo pactado, obviamente sacaba también partido de este negocio. Los empresarios con los que he trabajado cumplieron como lo hicimos nosotros, y siempre estaré agradecido por la confianza y la oportunidad que nos brindaron. Fue mejorando día tras día el resultado económico de la música, y fue a costa de nuestro esfuerzo, compromiso y tenacidad, pagando la gente cada vez más por los buenos momentos que les ofrecíamos. La eficiencia está en el curro, más compromiso y esfuerzo, mejores resultados y mayor sueldo. Así nos lo currábamos, y así es como creo que debieran de ser las cosas inicialmente, sin trampa ni cartón. No conozco a nadie que no superara en el tiempo el sueldo “mínimo”, pero establecer un salario por ley por encima de lo que los empresarios pueden realmente ofrecer, a mí no me cabe la menor duda de que muchas oportunidades de trabajo se acumularán irremediablemente en las oficinas del paro. En los Estados Unidos de América también todo esto está a debate, y aquí les dejo esta interesante página web para enterarse del tema. Por favor, insisto, no confundan la estafa y el alegre albedrío hipotecario con el capitalismo, porque el capitalismo por virtud es hacia donde converge una sociedad siempre que sea libre.