Ya en otro Post comenté los devaneos de esa hermosa prima
que siempre se añade al pago de la deuda contraída al pretender financiarnos.
En realidad, los hados de la moda hacen notoria “la prima de riesgo” como pseudoíndice
económico, no porque sea referente para delatar el estado real de la economía,
es relevante porque debemos y demandamos a los mercados mucha pasta, y a la
hora de pagar por ello tenemos que hacerlo a un precio desorbitado, siempre y
cuando, el “mercado” no se colapse y nos deje sin blanca. Fluctúa continuamente
en función de la incertidumbre que genera un país por diversos motivos, en
relación a otro mucho más estable y solvente económicamente que se toma como
referencia. Aunque no lo parezca, el mercado valora veladamente el riesgo del
“terruño” en aquellos sutiles aspectos donde se puede apreciar la solvencia efectiva
de una nación, atendiendo a los “burbujeos” generados en el ámbito energético,
en el “cultivo de la piedra”, en las megalomanías aeroportuarias y terrestres, en
la desconfianza en las instituciones de control monetario, en los dispendios de
los “Reales Cantones”, en el “crédito” de nuestro sistema educativo, que es como
decir, de nuestro futuro, entre otros. Todo esto converge en la posibilidad de
poder hacer frente, en un futuro próximo, al pago de esa deuda contraída para
hacer líquido los papelitos que permiten después hacer efectivo el pago de los
compromisos del estado. En fin, compararnos con Alemania es siempre embarazoso,
ya que los países de la periferia no están ceñidos a la ortodoxia económica y
la seriedad institucional que en Alemania todo el mundo asume. Es curioso, que
cuando la Comunidad Europea sale al paso abalando la deuda de los países de la
periferia, la prima se relaja plácidamente, porque alguien solvente respalda el
pago, permitiendo al acreedor conciliar el sueño sin sobresaltos en mitad de la
noche. Aunque parezca paradójico, todo esto no me impide dormir tranquilo, al
fin y al cabo, considero que no podemos aspirar a más de lo que realmente nos
merecemos. Para ser libres y dueños de nosotros mismos tenemos que currar más,
responder de nuestras deudas, y no gastar mucho más de lo que necesitamos y,
sobre todo, administrarnos mejor con lo que realmente podemos costear. Así de
simple.
jueves, 17 de mayo de 2012
Los devaneos de la prima
Etiquetas:
agujero,
ahorro,
albedrío,
Alemania,
billetes,
bolsa,
bonos,
confianza,
credibilidad,
desatinos,
desgüeve,
Especulador,
insostenibilidad,
prima de riesgo
domingo, 13 de mayo de 2012
El penúltimo secreto
Las finanzas tratan de las condiciones y la oportunidad para
conseguir dinero, de sus usos, y de los pagos
e intereses que se cargan por su compra y venta. “Mi adversario es el mundo
financiero” (François Hollande). Si el “adversario” (muchos lo traducen como
“enemigo”) permite que hoy dispongamos de liquidez para hacer efectivas
nuestras nóminas, ¿quién lo hará luego?
Miren el vídeo. ¿Racionalidad o demagogia?
Si estas palabras las pronunciara algún que otro dirigente
populista iberoamericano, diría que son una auténtica demagogia. Nunca esperé yo
de un dirigente europeo, ni siquiera en un mitin de precampaña, el “poético”
pronunciamiento que dedicó Hollande al “Sistema Financiero” en este vídeo. Es
lógico que mucha gente desconozca la importancia del sistema financiero en la
economía moderna, porque, entre otras cosas, la información que reciben sobre él
lo hacen a través de medios que sólo ofrecen la opinión de melifluas boquitas
de encantadores políticos como éste. Es tan importante el sistema financiero,
que el desempeño deficiente del mismo, es decir, el transferir mal el dinero de
quién no lo necesita a quién lo hace productivo, es la principal causa de
pobreza en la mayoría de países del mundo. Economistas nada sospechosos (esto
lo digo para los “progretas”) como Stiglitz, comparan el sistema financiero,
nada más y nada menos, como el cerebro de la economía. En esto le doy la razón,
ya que las familias, las empresas y los gobiernos, dependen del sistema financiero
para satisfacer la demanda de dinero que requieren, reubicando el capital de
quien no lo necesita hacia donde es más efectivo o produzca mayor provecho, devolviendo
a cambio una mayor rentabilidad. Cuando el sistema financiero sufre un desplome
pocos pueden conseguir dinero, produciéndose una crisis, perpetuándose al ser
muy difícil romper el círculo vicioso entre la demanda de dinero y la
incapacidad para poder ofrecerlo, al no poder generarse con la actividad económica
recursos suficientes para poder superar el pago de la deuda pendiente. En fin, a
Hollande, hoy Presidente de Francia, le deseo lo mejor, como no podía ser
menos, y ojalá tenga que reírme de todas las chorradas que escribo al descubrir
con él una nueva visión de la economía que nos sacara rápidamente de la crisis.
¡Uuuummmm!!! Tengo mis dudas, y espero que con él, al menos, no vayamos a peor.
Yo no vivo por el dinero, pero lo necesito, como todos los “hombres normales”
como Hollande.
sábado, 5 de mayo de 2012
Angustia: la justa
La incertidumbre es la reseña que pesa sobre la economía de
nuestro país. La falta de elementos que puedan mostrar veladamente la tendencia económica en un futuro inmediato
nos mantiene en vilo. Tanto los ciudadanos, como los inversores, como los
mercados, esperan ansiosamente que salgamos del coma buscando algún elemento
discontinuo en el trazo plano que describe últimamente la actividad económica. A
mi juicio, la crisis, como forma genérica de describir una situación económica
y social embarazosa e inestable, mutó hacia una crisis de deuda. Los bancos ya
no pueden financiarse comprando deuda pública debido a la depreciación de la
misma, y ahora compran deuda para contribuir de alguna manera al lenitivo
estatal, actuando como auténticos “patriotas de hojalata”. Los bancos tienen
que transformar en moneda la enorme cantidad de activos que tienen en forma de
bienes inmobiliarios, y ahora tendrán que hacerlo sin demora, ya que en este
momento no pueden pensar que el contribuyente vaya a compensarles la mengua de
su valor en el mercado, teniendo que “comerse con patatas” las pérdidas derivadas del riesgo asumido al
conceder los créditos hipotecarios con escasas garantías para reembolsarlos. En
fin, el gobierno va a obligar a los bancos a disociar los activos líquidos de
los “impalpables”, obligándoles a crear unas entidades paralelas para que
puedan transformar los activos inmobiliarios en billetes, sin distorsionar la
realidad financiera como hasta ahora se sospecha. Así, teniendo que venderlos
al precio que ahora la gente está dispuesta a pagar, se destapará el velo de
desconfianza que actualmente pesa sobre las entidades financieras, al tener que
presentar ahora balances seguros sin activos que se han depreciado enormemente,
y que todavía no se han liquidado. Asumir un poco de ansiedad para gestionar la
incertidumbre es inevitable, y pronto, con las reformas adoptadas, es posible
que superemos el trance.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)