sábado, 17 de diciembre de 2011

El mito del desgüeve universal y el crecimiento infinito (Parte II).


             En la Teoría de la Relatividad de Einstein ya se atisbaba la existencia de los agujeros negros, e incluso, cómo podría ser eso de viajar por su interior. En la descripción de un agujero negro hay algo inquietante que echa por tierra su teoría, hay un montón de ceros en sus ecuaciones que revientan precisamente cuando la distancia del radio del agujero se aproxima a cero; en este punto la gravedad es infinita, el tiempo se para y el espacio deja de tener sentido, e implica un colapso de todo lo que conocemos en el universo físico. Esta singularidad sería aplicable a un montón de “universos” conocidos, ya que el infinito realmente no existe, es una monstruosidad que sólo puede ubicarse en el ámbito numérico, pero no en el físico acreditado. Uno de los mantras “alternativos” que ahora pegan con dulzura, es castigar al “sistema” económico tradicional por la inhumana intención de pretender crecer hasta el “infinito” para garantizar su supervivencia, diezmando los recursos naturales y acrecentando las desigualdades sociales. Éste es el primer mantra del “movimiento asociativo”, del alternativo, del antisistema, de los antineoliberales y del movimiento “verde” más verde celebrado.
            El “sistema” es un conjunto vivo que está obligado a cambiar permanentemente para poder sobrevivir, manteniendo un orden para evitar su declive, como en cualquier otro proceso de adaptación, estando más relacionado todo esto con su madurez que con su crecimiento. El hombre es un ser vivo enjaulado, obligado a sobrevivir acorde con sus recursos y posibilidades, teniendo que mantener, quiera o no quiera, un delicado equilibrio entre sus pretensiones de desarrollo y el cuidado y mantenimiento del medio, de donde provienen los recursos que garantizan su supervivencia. El movimiento alternativo parece desconocer que hay muchas vidas que alimentar, y proponer una alienación maoísta para despojarlas de la oportunidad de que se alimenten por sí mismas, esperando pasivamente la providencia del régimen para que nadie incurra en un exceso que pueda herir la salubridad del medio, es realmente una temeridad. Es curioso que el medio es más tóxico en los paraísos alternativos que en los países desarrollados, porque la eficiencia de las máquinas, la tecnología, las formas de energía utilizadas y los recursos para obtenerlas, diezman menos el medio. La miseria social y económica en la que están sumidos los subsidiados "alternativos", crea siempre una especie de desventaja dinámica que sume a generaciones enteras en la más absoluta indigencia. No sólo los dirigentes “alternativos” tienen derecho a una vida plácida respirando “oxígeno puro”, también la plebe tiene que tener, al menos, la oportunidad de hacer frente a la vida miserable que residualmente genera semejante disyuntiva. En fin, tendría que decir y aclarar muchas más cosas, pero si alguien cree que estamos donde estamos por un imperativo político es absolutamente falso, estamos donde estamos porque el albedrío humano converge aquí, en el cielo e infierno económico que conocemos, el que nos permite la libertad económica y, por qué no, la libertad política, y pensar en la utopía alternativa me da un poco la risa. Lo de “deconstruir” para aniquilar el valor del trabajo, la realización personal y el consumo necesario para superar el umbral de supervivencia de una sociedad, es el meollo donde se cuece la “utopía alternativa”. Otro día más, que ahora ya no quiero continuar liándola. Buenas noches.

viernes, 4 de noviembre de 2011

El mito del desgüeve universal y el crecimiento infinito (Parte I).

El capitalismo no escapa tampoco al borde caótico que enfrenta al hombre desde los albores de su existencia, a la zona de conflicto en la que se ve obligado a sobrevivir  buscando un equilibrio entre lo nuevo, la permanente innovación, y lo viejo, el reconfortable sosiego de una estabilidad que no puede perpetuarse siempre. El comportamiento humano gira en función de la libertad y la oportunidad que la vida brinda a cada individuo para poder mejorar su propia condición, estando expuesto este comportamiento al cielo o infierno que el albedrío humano cobija en el interior de cada uno. Esto es economía y mercado desde que el hombre se vio obligado a compartir sus bienes y a diversificar el trabajo, y confundir ahora la estafa y el libre albedrío hipotecario con el ideario que nos permite ser dueños de nosotros mismos, no es muy razonable. El “Desgüeve Universal” es una bonita etiqueta acuñada por todos aquellos que buscan una cabeza de turco con la que pretenden desentenderse de una patología que nos enajenó a todos, y el que más y el que menos, aprovechó la oportunidad histórica que nos brindó el bajo precio del dinero y las escasas garantías para obtenerlo, para superar la eterna miseria cotidiana en la que suele manejarse la “caterva” de “insolventes” como yo, cuando en ninguna otra ocasión los bancos dejaron de mirar con desprecio a los desafortunados esclavos que nunca han ofrecido garantía alguna para reembolsar nada. Individuos, estados e instituciones financieras, en su afán de aprovechar hasta el límite caótico el legendario momento en que la veda del dinero se abrió para todos, promovieron la codicia, y lo más peyorativo de la riqueza en la que una mayoría se acababa de asentar, cortocircuitó el “sistema” haciendo que cayera, situándonos nuevamente en una órbita económica más acorde con lo que realmente podemos asumir. El punto de equilibrio es un limbo caótico que nos obliga, nos guste o no, a unos ajustes periódicos más o menos dulces, dependiendo casi exclusivamente de nuestra actitud frente a la mirada cómplice de algún que otro billete de 500 €.(Continuará)

sábado, 8 de octubre de 2011

Stay Hungry. Stay Foolish.


El futuro de El País de las Maravillas no suele gestarse en el seno de un garaje. Aquí cualquier iniciativa que se precie, si no agoniza intentando superar el tradicional vía crucis administrativo, deja luego ya de ser lo que parece en el transcurso en que se esboza, porque oportunamente entra de lleno en el ámbito especulativo de la subvención, a medio camino entre la capitalización de la idea por algún que otro político local, y la generosa oportunidad de socializar o cargar al erario público cualquier riesgo que implique la iniciativa, incluyendo la posibilidad de poder sacarle partido, incluso si la misma no prospera. Esto no es América. Aquí, emprendedores como Steve Jobs, Steve Wozniak, Bill Gates,  Paul Allen, Sean Parker, Larry Page o Sergei Brin, entre otros muchos, agotarían su talento intentando explicarnos a todos que sus “juguetes” y aplicaciones, sirven realmente para algo más que entretenernos, y antes de que la sociedad del País de las Maravillas y su Administración les abrieran las puertas, en América ya se les adelantarían otros emprendedores como ellos, a los que una sociedad como la americana nunca pondría reparo alguno para acoger su talento, con una Administración, un mecenazgo y unos bancos, que no suelen negar nada a alguien que realmente lo merezca.  Gracias Steve por enseñarnos que con la perseverancia, la voluntad, el talento y el coraje mostrado ante la adversidad, se puede labrar un futuro cuyo límite transcenderá tu ausencia. Alabado seas.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Cockaigne

Al igual que en el país imaginario que tanto dio que hablar en la Edad Media, el País de la Cucaña o el País de Jauja, donde se suponía que los que vivían allí lo hacían entre quesos y lechones ya asados que pendían abundantemente de las ramas de los árboles, y donde luego podían saciar la sed que producía las copiosas paparotas en los caudalosos ríos de leche o vino a voluntad, en la “cosa pública” del País de las Maravillas, los billetes parecían surgir de una recolecta otoñal de  hojas plateadas caídas de los árboles. 
La prodigalidad del régimen repartiendo “aguinaldos” a discreción era de sobra conocida por los ciudadanos. Nadie cuestionaba tan magnánima tarea, ya que nunca alguien puso reparo en que tal o cual ayuda fuera igual de generosa para el que disponía de “tarjeta” como para el que no; aún más, el reparto equitativo, así entendido, era una máxima dentro del dispendio generalizado en que se asentaba la política de “refuerzos” del dadivoso gobernalle. ¿Quién no recuerda la frivolidad con que se repartieron las bombillas de bajo consumo? ¿Quién no recuerda los 2500 para el nene sea de cuna o no? ¿Quién no recuerda la “E” bien grande colgada de paneles que en ocasiones eran más caros que la obra contratada, sólo para mantener al personal ocupado y dispersar al viento las “filantropías” del régimen? ¿Quién no recuerda cambiar las señales de tráfico para levantar el pie del acelerador solamente por unos meses? No es que no deban ayudarse a las madres que lo necesitan, el despropósito está en que al régimen le daba igual que la ayuda la percibieran también aquellas que realmente no la precisaban. Finalmente, como siempre, esta medida se fue al garete porque, como es obvio, era imposible mantenerla. Ahora, ni para unos ni para otros, y así desgraciadamente con todo. La demagogia económica y la falta de rigor en los más elementales criterios de “salubridad” financiera, nos mantiene en el umbral de la miseria.
            No entro ya en los aeropuertos donde no vuelan aviones, en la megalomanía de los AVEs que van casi vacíos, en las embajadas de las nacioncillas, en los números rojos en casi todo, en mil y una historias, que si no fueran que son a costa del trabajo y esfuerzo de miles de personas que no pueden parar de currar para pagar este dispendio y superar a duras penas la miseria cotidiana, aportando liquidez a este orden de evidente despropósito, no me importaría en absoluto. Se imaginan, por ejemplo, a Mr. White pagar de su bolsillo su propia megalomanía automotriz (los de Marian también se suman), y así no tener que dejar de pagar a las farmacias los medicamentos que tantas personas necesitan. En fin, es que me sacan de quicio, y por eso escribo antes de cometer una temeridad.
            Sí, sí,… ya sé, la crisis es de todos los países del mundo mundial y estelar conocidos, pero los que han mantenido la disciplina económica y  presupuestaria recomendada en el ámbito de la zona comunitaria, ahora cargan con las frivolidades y desatinos consumados por los de la periferia, y  el “sistema” siempre funciona mal, cuando los que manejan nuestros billetes son los que todos los días echan pestes contra él. El capitalismo es malo cuando nuestros billetes vuelan entre las manos de los que lo socializan todo, y ahí está el problema.
            Ahora emprenden la cruzada contra el “rico”, y yo me pregunto: ¿No sería mejor que el “rico” invirtiera su capital en nuestra maltrecha economía productiva antes que estos personajillos gestionaran su dinero?
            Cockaigne es una curiosa paranomasia en inglés con cocaína, que significa nada más y nada menos que “País de Jauja”, y aunque ahora la jauja se terminó, de lo otro, por desgracia, andamos surtidos.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Rub acabará instaurando la Alcabala


          Para mí esta claro, si queremos coger el tren de la recuperación, tenemos que implementar urgentemente las medidas que sean necesarias para estimular nuestra economía, comprometiendo a todos a aquellos que puedan aportar capital e iniciativas para poder reducir el paro y mejorar el producto interior bruto (PIB). No tengo duda alguna que si el estado se hubiera administrado mejor, ahora seríamos capaces de abordar los problemas económicos con mayor facilidad. Gobiernos como el del País de las Maravillas, inmersos en el meollo de la crisis, no pueden eludir la enorme responsabilidad de proveer unas directivas o reformas legislativas, que permitan que la sociedad pueda llevar adelante sus propias iniciativas de progreso y de trabajo, y además, impedir que la administración pueda superar el razonable umbral de gasto y endeudamiento que le permita el PIB, e impedir que pueda dilapidar el erario público, con esa alegría propia de quién maneja los billetes de los demás ignorando la enorme responsabilidad que eso conlleva.  
            Yo no puedo esperar nada de un gobierno como el actual, preocupado exclusivamente en perpetuarse en el poder, y lo más “razonable” que piensan hacer para luchar contra los graves problemas que arrastra la crisis, como el paro, es echar mano  principalmente de los recursos públicos para atajarlo. No me extrañaría nada que el candidato Rub, candidato por pelotas del partido de los “trabajadores”, sucesor de Calceolarios I, tuviera que llegar a instaurar nuevamente la Alcabala, el impuesto que más ingresos producía en la Corona de Castilla, allá por el siglo XIV. Así, no va a haber dinero que llegue, y lo peor de todo, no sólo no va a resolver nada, sino que va a contribuir a que la bola de nieve que acumula la deuda pública no encuentre fin, y la sociedad civil agonice pringando con el lastre que todo esto supone.
            Aunque el paradigma de la ciencia actualmente está puesto en duda, Einstein no decepcionó a nadie, y lo que hacía lo hacía convencido de sí mismo, con una honestidad intelectual impropia de los tiempos que corren. ¡Lean¡ Lean lo que dejó en su pizarra. ¡Je…je….je!!!!.        

sábado, 17 de septiembre de 2011

Racionalizar la Administración es de justicia social.


6 A.M. En el País de las Maravillas miles de esclavos de su trabajo se aferran a las persianas de sus pequeños negocios, coches o furgonetas, para poder sobrevivir, y al mismo tiempo, aportar liquidez a una voraz administración, una administración que durante años los viene observando de soslayo, y una sociedad que en muchas ocasiones no tiene reparo en tildarlos de defraudadores antes que de contribuyentes. Son los autónomos y pequeños empresarios, aquellos que con coraje se aferran a su trabajo para que éste no los deje en la estacada, aquellos que más puestos de trabajo generan y mantienen a largo plazo, aquellos que cobrando solamente el trabajo que realizan, un pequeño despiste puede fácilmente dejarles sin oler el pan de cada día, aquellos que una baja es un hecho irremediable, y recurrir luego a la familia o al amigo para poder cubrir las deudas que se echan encima, es normal.

8 A.M. En el País de las Maravillas miles de “servidores públicos” se ubican en sus guaridas laborales, con sus rostros distendidos por su privilegiado estatus laboral, por esa condición de perpetuidad inalterable, legitimada sobre todas las cosas por una “durísima” oposición, o por cualquier otra condición que la magnánima maquinaria política requiera, por ejemplo, para poder sentenciar una apretada “disputa” política, ganar o perder  unas elecciones, para poder entendernos mejor. La administración pública sigue inexorablemente su camino, no en base a una eficiencia y a un servicio público contrastado, sino, en general, al devenir “placentero” del trabajo que su estatus suele reportar.

10 A.M. Un ejército de privilegiados liberados sindicales y políticos de tercera, normalmente servidores del Partido de los “Trabajadores”, se ubican en cualquier minarete, presencial o virtual, que invite a la “motivación” social contra el gran enemigo del pueblo: los liberales, la “derecha extrema”, el capitalista (el que arriesga la pasta) y el capitalismo en general, la monarquía, la Iglesia, la Bolsa, el especulador malo (el bueno está dispuesto a perder dinero por “la causa”), el Partido del Pueblo (normalmente cualquiera de la oposición “antisocial”), y cualquier otra entidad que no sea la suprema, la del “trabajador”.

            Ni que decir tiene, todos ellos se deben a su amo, a un pródigo gobierno que los unta debidamente para que la agitación social no llegue a su puerta; obviamente, en cualquier otro lugar, dentro de la compleja división de poder que el maravilloso país tiene en diecisiete mil nacioncillas deficitarias, el devenir de algún cambio, propuesto sensatamente para salvar los muebles por algún partido liberal o no, conllevará una agenda de agitación sindical propia del cariz decimonónico que arraiga, por los siglos de los siglos, en el verticalismo sindical que impera en el quimérico país.

 11 A.M. Una pareja de jubilados acaba de echar un “polvo” antológico. El cero y la nada juntos se ciñen en su regazo, y escapar al frío invierno con la congelada pensión y el incremento del coste de la vida no permite otra cosa. El que pretende ser heredero del trono echa un pulso al “rico”, y acaba de recuperar uno de los impuestos más injustos que existen: el de patrimonio. Aunque sea de forma temporal, pagar varias veces por el mismo bien, conseguido con el trabajo y el ahorro de toda una vida, incluso birlándole la pasta al “rico”, no es razonable; sobre todo, como es de sobra conocido, instaurado para pretender que el gobierno esté presentable antes de las próximas elecciones, transfiriendo a quién sea el fiasco generado por sí mismo al haber hecho gala de una manifiesta incompetencia, que han hecho del dinero de todos, que no era de nadie, el hueco más grande de la reciente historia económica de este fascinante país. Los palos de ciego tocaron la piñata, y el caramelo está servido para todos aquellos que aprendieron a vivir de la prodigalidad de un gobierno, que con la manida etiqueta de “lo social”, no ha dejado de soltar billetes con esa alegría propia de quienes nunca han generado uno.

12 P.M. Un currante toma el fresco vislumbrando desde su balcón el perímetro de su calle. A pesar de la tenue luz de las lámparas de bajo consumo, prodigadas frívolamente por la regencia del estado, el tapetum lucidum de las retinas de un grupo de gatos callejeros reciclan mejor la escasa luz, que los “impresentables” los billetes de las retenciones y el IVA que le sisan al proletario. De nada valen los impuestos, si el que los administra desconoce lo duro que cuesta ganarlos. Ni oficio ni beneficio alguno ha sido conocido por el caudillaje de demócratas. La fría ruina en toda regla. Miseria por donde vayas. A pesar de todo, el taconeo de una sublime “hembra”, que se exhibe insinuándose ciñendo a sus turgencias la sedosa prenda oriental que la cubre, hace esbozar una sonrisa irónica al penúltimo hombre del día que pierde su contrato indefinido.

            La conciencia genera monstruos solamente cuando se duerme, y el presi se enchufa un micro enema en mitad de la noche porque no puede ya conciliar el sueño. El canal subliminal del mantra de la “sostenibilidad” ya no pudo liberar su mente de las pesadillas acumuladas entre las tinieblas. Esperar que la providencia se haga cargo del fin ha generado una realidad insostenible. Millones de parados tienen cada vez más dificultades para sobrevivir, y el sueño de una noche de espanto del carismático líder, agoniza entre el estremecedor ruido que genera la cisterna del retrete, después de que el citrato trisódico consumara su efecto.

            No puede ser más burdo el final de este onírico retrato, que refleja la intrahistoria de los sufridos anónimos que cada mañana sostienen con su esfuerzo, además de sus familias, el nutrido dispendio que requiere mantener la preservable condición publica del bucólico País de las Maravillas.

martes, 6 de septiembre de 2011

Mi cuota de poniente.


Hace ya algunos años que deambulé por los Estados Unidos de América, disfrutando muchísimo del derroche de vida y libertad que allí se ofrece abiertamente para todos; pero el 11S me sobrecogió despistado en mi pisito, en una pequeña ciudad del reino de las naciones enanas, una latitud algo grotesca y cuasi expatriada,  muy distinta a la sólida amalgama que acoge el sueño y la esperanza compartida por todos los norteamericanos. Ahora sé apreciar mucho más lo que somos y lo que tenemos, fundiéndose ocasionalmente en mi cabeza los gratos recuerdos vividos entre Virginia y Wyoming y los horribles sucesos acaecidos ese día. Algún compatriota dejó su vida allí, y por todas las víctimas, nunca cesaré de reivindicar, defender y admirar, mi cuota de poniente, la que nace alegremente cada mañana en el ocaso del oriente sometido, intentando contribuir así para que no sea el olvido el que nos devuelva otro trágico día de septiembre o de marzo, donde el aliento de una fría obsesión etérea pueda helarnos de nuevo el corazón. Que Descansen En Paz las Víctimas, pero no en el olvido.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Mr. White quiere sablear al rico; pero, ¿Qué rico?



El fabuloso gobierno del País de las Maravillas seguirá subiendo impuestos, pretendiendo cubrir todos los fiascos económicos que nos deja con el dinero de todos los que tienen todavía la oportunidad de trabajar, y con el de otros que suelen comprometer su capital para poder crear una oportunidad de trabajo para muchos más. Al ministro White y a otros innombrables nunca les podrán birlar un duro, porque nunca han tenido oficio ni beneficio que no fuera otro que trepar vertiginosamente en la cadena vertical del partido. White no es Robin Hood, porque la prodigalidad de White no sería compatible con la generosidad de Robin, y aunque ahora pretenda sablear al “rico” impunemente vendiendo la moto de una gran labor social, mañana, cuando falten todavía más recursos para resolver los problemas que creará la viciosa espiral de mala gestión que el maravilloso gobierno mantiene, nos pedirá “un esfuerzo” para salvarle el pellejo. ¡¡¡¡White, resigns already!!!!  
 
Post Datum

La motosierra la devolvió Marian al concesionario, porque antes pasó White con la retroexcavadora dejando cinco millones de parados, congelación de pensiones y una reducción de salarios acojonante; además, White and friends nos han dejado un agujero negro tan blanco, tan blanco, tan blanco, que en el Wonderful Place se quedaron “ciegos”.

jueves, 18 de agosto de 2011

El lado activo de la modernidad económica



Para mí queda muy lejos el MIT, Harvard y Stanford. Los “maestros” se cuecen allí, pero la economía popular suele asentarse en el sentido común y en esos conceptos amables que a uno le permiten atisbar el devenir económico, y más que el del “globo”, el de su bolsillo. Uno sabe que la vaca no da leche si no come; uno sabe que el que gasta más de lo que puede permitirse se endeuda; uno sabe que se puede estirar la deuda, endeudándose más; pero uno sabe también, que el techo de esa deuda es la quiebra (default), y lejos del concepto jurídico, todo el mundo entiende que es una amarga situación que se da cuando uno no puede hacer frente a los pagos que tiene pendientes. Es obvio, que todo lo que uno tiene, más tarde o más temprano, dejará ya de ser suyo, ya que el acreedor exigirá al deudor atender los pagos con su patrimonio, evidentemente, si lo tiene.

            Hoy cayó la bolsa de nuevo. Un batacazo monumental. Lo que llaman la deuda periférica, ese bonito legado que dejan gobiernos que omiten la palabra déficit, y que no han tenido reparo en mantener el gasto en el umbral de los recursos que genera cada país, sigue haciendo mella. Un estado ineficiente y mal gestionado, que maneja el cincuenta por cien o más del PIB, puede arruinar a una nación. La patología real de la crisis no es la revalorización o recualificación de la deuda, no es esa buena o mala nota que se le pone a un bono para que el que lo compre conozca de antemano la “mierda” que se lleva, es la pretensión de mantener la espiral de gasto muy por encima de lo que algunos países pueden permitirse. Ya no hay escusa. Apartar a los especuladores “malos”, los de “posiciones cortas o bajistas", curiosamente, los que aportan liquidez, sí, esos que si se les negara la entrada en el juego a perpetuidad, harían que el mágico papel de los bonos probablemente dejaran de transformarse rápidamente en la sangre del sistema ­­—los bonitos billetitos y monedas que manejamos en nuestros bolsillos—, ya no resuelve el problema; Ya no hay escusa. Inyectar en vena estimulantes compras de bonos por parte de los socios más solventes, ya no resuelve el problema. La orografía de la bolsa, el bajón de la prima de riesgo, la venta oportuna de bonos a un precio razonable para paliar el gasto de la deuda, de la re-deuda, y de la súper deuda contraída, está al albedrío de decisiones que competen a otros, que discuten entre ellos —como no podía ser menos—, y que además de sacarnos las castañas del fuego para que nuestros políticos estén presentables en las próximas elecciones, nos advierten seriamente, que si no nos ponemos las pilas, no habrá más inyecciones y gestos que nos saquen del atolladero.

            Los más solventes piden una tasa para las transacciones, una pretensión para poder compensar lo que tienen que pagar por los que no hicieron los deberes, pero que fue un fracaso allí donde se implantó anteriormente. La “pseudoTobin” puede ser otro fiasco más, que se plasma en los resultados de la bolsa de estos días, ya que las entidades financieras conocen muy bien lo que supuso.

            Bienvenido sea el Papa, y sé que no dejará de bendecir a nuestros iluminados “administradores públicos”, aunque oportunamente nos bendecirá a todos, ya que todos hemos sacado de las “chistosas” balotas democráticas, a los simpáticos personajes móviles que parecen decorar nuestro parlamento. En fin, para decoración, los hermosos parajes que dibujan los índices bursátiles.   

sábado, 6 de agosto de 2011

Un chivo expiatorio


Un buen chivo expiatorio es lo que necesitan el gobierno del País de las Maravillas para lavar su cara. Le brindaremos un montón: la prima de riesgo, los malvados especuladores, bancos protervos, y sobre todo, el draconiano capitalismo, sí, ese capitalismo tan malo, malo, malo, malo y suicida, al cual se aferra todo el mundo, precisamente, por la “mala vida” que nos da. No sé si conocen realmente la alternativa, ese socialismo amable, en el que el control de la economía es sólo privilegio del estado, del solidario dirigente del partido que reparte equitativamente a todos el pan de cada día. Esta alternativa sociable, cordial, encantadora, afectuosa, benévola, cariñosa,… y mil magnánimos “títulos” más, una única mano que controla el ámbito económico y político, que ofrece ese “bienestar” propio de no asumir ningún riesgo, pero después de que el que reparte se lleva la mejor parte, al plebeyo luego le “regalan” lo que queda, y la “gestión” de la escasez ensalzará la generosa providencia de un régimen que “vela” por todos ellos. En la cola de la “Fallen Community” están los países más “espléndidos”. En general, en el ámbito privado, los bancos y los ciudadanos, pagan religiosamente sus deudas y gestionan su dinero lo mejor posible para sobrellevar la situación. La clase dirigente, incluso la que más vilipendia y maldice todos los días al “sistema”, vive muy bien a su cuenta, y no tengo duda alguna de que a ellos la crisis no les va a afectar.  Ahora, al ciudadano le pesa el lastre de la deuda que el estado dejó por su mala gestión, y su imperiosa necesidad de financiarse, debido a los excesos en el gasto y la ineficiente administración. ¿Por qué no impedimos que los “malvados especulares” dejen de comprar o transferir la deuda para resolver así de un plumazo todos los problemas? ¿Alguien cree que la deuda del maravilloso país la compraría un inversor, “especulador a largo plazo”, con la deficitaria gestión y la ruinosa economía de su estado? ¿Alguien cree que el fabuloso país podría sobrevivir económicamente sin que alguien compre su deuda? Curiosas paradojas de un sistema que funcionaría muy bien, si el país lo gestionaran con la más elemental higiene económica, y si respetaran sus dirigentes el dinero de todos sus ciudadanos como si fuera suyo.
            La Fallen Community exige ahora a los dirigentes del maravilloso país la implementación de duras medidas para hacer frente a la comprometida situación económica, y si no hay ingresos por la caída del PIB, tendrán que llevar a cabo severos recortes presupuestarios en el ámbito público y un apreciable incremento impositivo. También le exigen una seria reforma laboral, que permita que la economía pueda mejorar e insinuar así a los mercados que tiene realmente futuro, permitiendo que el capital privado tome la iniciativa en la financiación y en la mejora de la infraestructura productiva, con la consiguiente creación de empleo, sin comprometer a los inversores con una férrea legislación laboral. Para poder adquirir y garantizar derechos laborales que conlleven una saludable estabilidad para los trabajadores, primero tienen que haber empresas, y segundo tienen que consolidarse, para que el ritmo económica garantice los ingresos necesarios para poder hacer tangible el marco jurídico de pensiones y desempleo dignos. En fin, muchas más medidas tiene que tomar urgentemente el País de las Maravillas para no dejar de serlo, pero el jacobino gobierno del mágico país está inmerso en convencer al resto de los miembros de la Fallen Community, grupo de espléndidos socios que comparten moneda única, que acepten la creación de un bono único soberano comunitario. Los especuladores buenos, que dice conocer el genial amado líder que preside el gobierno, sí, BUEENOS, esos que pretenden ganar dinero, pero que estarían dispuesto a perderlo en caso de que un gobierno “fabuloso”, como los de la periferia de la “Community”, ante la imperiosa necesidad de financiarse, aceptaran comprar bonos únicos comunitarios, que trocándolos por los actuales, por supuesto, con lindos descuentos sobre la deuda, hagan recaer así sobre el capital de los malvados especuladores y el conjunto de países más solventes el peso de la crisis. Mágico, ¿no?.  ¡¡¡¡¡Rápido, rápido, que yo quiero uno!!!!!!

martes, 26 de julio de 2011

¿Ataque especulativo, o hábil maniobra especulativa para sacarle el máximo partido a la increíble inacción económica de gobiernos incompetentes?


País de las Maravillas. 2150, Año de delirio económico. Ficción. Cualquier parecido con la realidad no será más que una pura coincidencia.

Terminología y pequeñas estampas sicalípticas de una economía morbosa.

            Un gobierno  puede vender papelitos para poder financiarse, y pagará por ellos un determinado interés al cabo de un determinado plazo a quién los compre. El bonito nombre que se le da a estos papelitos se les llama “bonos”.

            El interés que se paga por estos bonos es el que ofrece el estado para que el comprador, o inversor, pueda sacarle partido, más un porcentaje que está en relación directa con la probabilidad, real o no, de que el estado deje de pagar esos bonos a los inversores. Aquí se cuantifica el riesgo de impago, denominado “prima de riesgo”.

            De algún modo es posible aproximarse con el cálculo a la probabilidad de que un estado deje de pagar, simplemente, comparando el valor de los bonos a diez años en el mercado secundario de un país concreto y el del bono alemán. Para una misma moneda, si la rentabilidad del bono del país de referencia, por ejemplo, del bono alemán, es de 4€, y el de El País de las Maravillas es de 7€, la prima de riesgo del País de las Maravillas será la diferencia, es decir, 3€. Pero la confianza que pueda inspirar un gobierno a un comprador o inversor va más allá de eso, y el grado en que uno pueda fiarse de que le paguen o no, está ligado, entre otros, al nivel de contradicción que un gobierno infunde entre lo que dice y lo que realmente hace en el contexto económico.

            Objetivamente, hay dos factores que influyen, sin lugar a dudas, en la credibilidad económica de un gobierno: el aumento del déficit público y la caída del PIB.

            Cualquier gobierno puede endeudarse, más o menos a un determinado plazo, pero puede compensar luego ese endeudamiento, incluso tener superávit, si su economía mantiene el pulso y no está en recesión, es decir, no cae el PIB.

            Vamos a suponer que en el País de las Maravillas ocurre lo contrario; tiene un gobierno de espanto que se endeuda hasta el culo, y además, a largo plazo (la sostenibilidad),  la historia no cambia. Bueno, pues  aquí no hay quién se libre, la confianza, la credibilidad, y hasta el liderazgo de su amado líder, estarán en cuestión. Al no tomar el gobierno medidas para mejorar la situación económica, nadie se fía, y la prima de riesgo se dispara porque cuesta vender los bonos, es decir, transferir la deuda. Aquí podemos tener un índice de como van realmente las cosas.

            En suma, para asumir una deuda de forma saludable, es decir, sostenible, el PIB y el déficit deben crecer de forma paralela, o sea, más o menos al mismo ritmo, ya que la perspectiva de los inversores sobre el riesgo contraído depende de ello.

            El gobierno del País de las Maravillas tiene enormes problemas para hacer llegar a los inversores la idea de que su economía tiene futuro, es decir, que va a crecer. Los ingresos dependen únicamente del crecimiento de la economía, y sabiendo que el déficit público es la diferencia entre ingresos y gastos, y los gastos en gran medida están compuestos por la devolución del vencimiento de la deuda, la situación se agrava. Si la prima de riesgo y la desconfianza aumenta, y con ello tiene que endeudarse más para pagarla, el círculo vicioso está servido, aumentando vertiginosamente la desconfianza de que el gobierno pueda pagar.

           En algún momento de este texto se hace referencia al “mercado secundario”. Bueno, brevemente comentaré, que en el “mercado primario” es donde se realiza la primera subasta de los bonos que vende el estado, pero lo bonito de estos “bonitos” es que pueden cotizar en un mercado, llamado “mercado secundario”, donde se puede comprar y vender a gente que no es el estado. Así, antes de rematar los diez años, que se usa de referencia para que el estado los pagué, podemos conocer realmente la prima de riesgo de un estado en un momento dado, simplemente conociendo lo que se paga por cada bono en este mercado.

            En el País de las Maravillas, que empieza a dejar de serlo por la flagrante ineptitud de quienes rigen su destino, en los “media”, un bonachón sindicalista del régimen comienza una tertulia delatando la villanía o alevosía de actuación de unos “malvados” especuladores, que ante las perspectivas de un gobierno “solvente”, que “hace los deberes”, y legisla y “compromete” el cargo de su amado líder, para resolver los problemas económicos de su comunidad, tienen la osadía de vender gran cantidad de bonos en el mercado secundario, haciendo que el valor de los mismos bajen, y la prima de riesgo se dispare, ya que ahora, el estado, sofísticamente filántropo, tiene que venderlos más caros para que se los compren. En una cadena privada de televisión, que a duras penas escapa a las pretensiones de cierre por aquellos que se irritan por sus incómodos comentarios y opiniones, Between Economy Now, un perplejo especulador, inversor a corto plazo, se afana en que ellos no tienen la culpa de los “desequilibrios” económicos de este maravilloso país, y que tampoco ellos son los responsables del paro, ni de la pendiente de bajada del PIB (recesión de hecho), ni del nivel de deuda y de los problemas que tienen para pagarla; “nosotros vendemos para no perder nuestro dinero, y aunque nuestra única pretensión es ganarlo a corto plazo, ante las perspectivas económicas que delata la ineptitud e incapacidad del gobierno para mejorar en el futuro la situación económica, mejor vender y sacarle partido a la necesidad de transferir la deuda que un estado ineficiente genera sin control”.  Finalmente, se hace una inquietante pregunta: “¿Quién es más vil, el estado que compromete el dinero de sus ciudadanos alegremente, gastando lo de sus hijos y de sus nietos, o aquellos que aprovechan la irresponsabilidad y el embolado en que se mete un gobierno para poder hacer frente a una imperiosa necesidad de financiación por haber sobrepasado en el gasto cualquier límite?”.

            Los especuladores son una figura económica necesaria, ya que sin ellos, en el “País de las Maravillas”, sus ciudadanos se habían enterado del despropósito de gasto el día en que el país estuviera en quiebra, y la prima de riesgo no tendría sentido, ya que el único “chivato” del desatino económico, enmudecería antes de caer “El País de las Maravillas” en el abismo.

domingo, 10 de julio de 2011

Podría ser el nuestro, podría ser yo.

¿Recuerdan a un presidente que pregonaba que el eje de una buena política social era evitar el paro y ofrecer a los ciudadanos la libertad y la oportunidad para que pudieran llevar adelante sus propias iniciativas de trabajo y de progreso? Decía también que la política de mantener bajo el precio de los créditos, como nunca se ofrecieron en España, promovía que la mayoría de los currantes pudieran cambiar de estatus y hacerse con aquello que la mano inútil del estado nunca podrá ofrecer a la mayoría: un pisillo saludable, iniciar un pequeño negocio y dejar de ser un esclavo asalariado a destajo, un cochecito cercano al que solían disfrutar esos gerifaltes de las tribus más “dabuten” del reino de la risa; Sí, aquél que pregonaba mantener cierta austeridad en el gasto público y en los salarios para el control de la inflación, como cuestión básica para que la competitividad y el control de la economía no derivara en las interminables colas de parados que antaño decoraban las calles donde se ubicaban las oficinas de desempleo, que a muy pocos empleaban. Sí, aquel que empezaba a cuestionar que nuestra política energética dependiera de forma escandalosa del petróleo, y que había que pensar en algo más serio que los molinillos, los paneles termosolares y fotovoltaicos, para eludir el albedrío especulativo del petróleo y evitar en la medida de lo posible su incidencia en nuestra economía. Ahora resulta que el pecado capital lo cometió el currante y el tradicional chivo expiatorio USA, como no podía ser menos cuando nuestro tejado se cae, cuyo desliz más señalado es el haber alcanzado mayor nivel de vida que nadie en muy poco tiempo, y es el “ejemplo sangrante” que sirve para que a los demás nos la envainen alegremente negándonos un desliz igual, es decir, incurrir en el pecado de comprar cuando en un momento señalado de nuestra historia económica la soberanía popular era real gracias al bajo coste de los créditos. Ahora, se nos somete al rigor de la hoja de cálculo para señalarnos como estúpidos consumidores felices, responsables de la desgraciada situación actual, señalando veladamente al primor cerebral que rige nuestros destinos con la mente perdida en el limbo de la atrevida inacción de la ignorancia, vendiendo la política social como un despacho directo de billetes, olvidando que el verdadero sentido social de la economía no es sólo brindar la puntual atención a aquellos que difícilmente se valdrían por sí mismos, sino que es evitar que el ritmo económico decaiga y permita que todos, y especialmente los que más lo necesitan, puedan entrar en el juego del trabajo y en la “osada” pretensión de procurar ser dueños de sí mismos, alejándose en lo posible de la dependencia subsidiaria del estado y contribuyendo así a una tendencia natural hacia la mejora de las cosas. Ese Presidente podría ser el que tenemos, si fuera razonable, o cualquier otro que sea capaz de tomar decisiones asumiendo su responsabilidad, y comprometiendo su cargo en aras de intentar paliar la delicada situación que se nos viene encima. Señores, el capitán que tenemos no tiene ni idea de lo que se trae entre manos, y lo que es peor, no tiene trazas de comprometer su cargo tomando incómodas decisiones que puedan contribuir a paliar la situación. El barco se hunde, sálvese quién pueda.

martes, 21 de junio de 2011

Una de pensiones, por favor. ¡Marchando!!!

Mucha gente tuvo un montepío publico y pasó lo mismo que con muchos seguros privados, y poco a poco, la única garantía pública que nos va quedando es la de cobrar cuando tanto en el ámbito público y privado las garantías se pueden mantener, pero el reto está en garantizar las cuantías cuando las cosas están como están ahora. En un sistema en el que la única opción posible es ir contribuyendo para que finalmente, al cabo de ciertos años, pretendan todos ser partícipes de una renta producto de lo aportado, hay siempre una entropía financiera que finalmente suele comprometer sin reparo el cobro del valor establecido. Si además, el dinero que se aporta se utiliza para pagar otras dispendios, como las pensiones no contributivas, los impagos apremiantes, etc., por ejemplo, el sistema no racha por la tendencia natural de la “segunda ley de la termodinámica financiera”, es decir, por la entropía o inevitable devaluación paulatina de lo aportado, sino que ya comienza el proceso por una flagrante mala gestión. Un sistema público montado para que lo gestione el estado sin el obligado compromiso de que, a un determinado plazo, todos los que han contribuido cobren finalmente lo establecido, es una auténtica farsa. Así, el sistema público de pensiones tendría que ser gestionado brindando la oportunidad de que esos fondos pudieran tratarse de igual modo que cualquier otros, colocando parte de ellos en la dinámica de inversión necesaria para compensar la inevitable devaluación de su valor, no sólo por los desajustes sobre lo establecido previamente, sino por el incremento del paro, por la prodigalidad del gobierno de turno, etc., sin obviar que el estado tiene que asumir el posible riesgo de la inversión, ofreciendo garantías, del mismo modo que lo hace para otros activos como son la deuda pública. En suma, cada cierto tiempo, siempre hay que discutir el valor final de “nuestro negocio” porque, entre otras cosas, siempre queda al albedrío exclusivo de las oportunas decisiones que toman iluminados y  privilegiados políticos y sindicalistas de sobra conocidos por su “elevada capacidad de gestión”; por eso recomiendo dormir tranquilos, están los defensores del puesto vitalicio gestionando nuestro dinero, y el estado pagará, pero lo establecido, lo dudo.

domingo, 19 de junio de 2011

El problema que delata el famoso FT



¿Cuál era el verdadero problema que delataba el famoso Financial Times? No era que la deuda pública española fuera inferior a cualquiera otra deuda de cualquier otro país europeo, como se afanan en reiterar y reiterar las bocinas socialistas, el verdadero problema es que la solvencia española está en entredicho, porque nadie confía en que seamos capaces de generar los recursos necesarios para poder dejarla presentable como nuestros socios quieren. Nadie cuestiona la solvencia de Francia o Alemania o de Los Estados Unidos, a pesar de que su deuda es mucho mayor que la nuestra, pero todo el mundo sabe, excepto nuestro iluminado presi, que sus recursos económicos, fruto en gran medida de una dinámica de empleo mucho más fluida que la nuestra, de un arraigo tecnológico y de una independencia energética resuelta, de una educación y de un nivel de vida incomparables, cubren con creces una eventualidad económica que puede presentarse en cualquier país moderno, donde el libre albedrío de la libertad económica y de la oportunidad para todos, pueda brindar ocasionalmente algún exceso que nos obligue a frenar un poco y recomponer el sistema para evitar que caiga. Es lamentable, que la “cultura del control” meta en el mismo saco la estafa y el albedrío del préstamo hipotecario para cuestionar el ideario de la libertad económica y política, y así pretender calzar hábilmente el ideario del alineamiento económico y social, demostrándose amargamente que trepar en la cadena vertical del partido puede ser mucho más rentable, que asumir los riesgos que implican tomar la delantera y comprometer el capital de muchos empresarios y españoles con iniciativa, muy distintos a otros a los que se desconoce cualquier oficio o beneficio anterior alguno antes de atreverse a asumir responsabilidades que ahora les vienen grandes. En fin, en realidad no somos nadie, América y Europa van por otro camino, y nosotros a la espera de que la providencia nos saque del atolladero. La suerte está echada.

Flexibilizar el mercado laboral


Más barato de lo que está ya no se puede ofrecer, es decir, despedir a los trabajadores porque la empresa no es solvente, o no tienen liquidez para poder hacer frente a sus compromisos, es el despido más barato y peligroso que existe. Otro despido es el que exige la situación de una empresa puntualmente, para poder adaptarse a la demanda que tenga para mantenerse a flote, y así campear el temporal sobreviviendo a la espera de que su situación mejore, evitando su desaparición, y contribuyendo a la mejora de la situación económica en general; de poco vale decir que no se ejecuta el despido, porque el gobierne se obstine en no flexibilizar el mercado laboral, si las empresas cierran porque no pueden pagar los salarios. Flexibilizar el mercado laboral no es exclusivamente poder despedir a parte de su plantilla para poder evitar en un momento dado su desaparición, si no que es también permitir que la empresa pueda aumentar su productividad, que pueda acoger una inversión de capital sin comprometer al inversor, que pueda también mejorar sus técnicas de producción, etc. A lo largo del tiempo, las mejoras duraderas en las condiciones laborales de la clase trabajadora no son producto del empecinamiento sindical o estatal, sino de poder mantener la competitividad de la empresa y de que las empresas se disputen a los mejores trabajadores, ofreciendo condiciones laborales y sueldos elevados para comprometerlos en la espiral de crecimiento y productividad que toda empresa necesita para poder mantenerse. De todos modos, debido a la inmadurez en general de empresarios y sindicatos, y, todos sea de paso, al desgobierno que sufrimos y a la escandalosa connivencia sindical con el gobierno, flexibilizar ahora sería muy positivo, incluso presumiendo de que ciertos ámbitos empresariales incurrieran en cierto abuso de la medida para desembarazarse gratuitamente de otros dispendios, y luego, cuando la situación mejore, se podría reajustar las medidas para evitar que a los trabajadores puedan sustraérseles ciertos derechos, que en tiempos de bonanza cualquier empresa puede garantizar.

domingo, 12 de junio de 2011

Mao nos quiere


Es posible que China supere con creces todo lo superable, incluido el PIB; pero la calidad es lo que importa, y la cantidad del PIB no es un dato que suela utilizarse para cacarear a bombo y platillo las bondades de un régimen que, en el fondo, de calidad no tiene nada. Cualquier otro índice de bienestar y libertad que perciban los ciudadanos será más certero sobre el grado de satisfacción de una sociedad, y China no es América, ni por asomo. En cualquier análisis avanzado que se haga del PIB chino, posiblemente nos muestre los mismos resultados que la bisutería que venden en cualquier bazar. La chistera China genera billetes como cds, y mientras occidente siga creyendo que la celda comunista los guarda celosamente, y finiquita la deuda de  los excesos de gasto de gobiernos bonitos como el nuestro, todos contentos. Realmente, ¿habrá tanto billete en la cámara acorazada China? ¿Alguien lo sabe? ¿Estará medio llena? No importa, las cuestiones de fe con los billetes genera más confianza, que cualquier devoción que permita albergar alguna esperanza sobre el incierto devenir existencial que nos agobia a todos. Los chinos empiezan a manejar el capitalismo mejor que nosotros. Mao sabía ahorrar sabiamente, y no malgastaba nada, pero tampoco nadie podía presumir de nada. Mao nos quiere.

sábado, 11 de junio de 2011

Las cuentas de la vieja (escrito antes de que aquí se reconociera la crisis)


Todo el mundo está al loro de cual será la cuenta real de “la vieja” que tendrá que pagar el contribuyente norteamericano. Como cuando escribo lo hago para que se discuta lo aportado sobre este complejo enredo de cuartos, sin mayor pretensión que poder ir al ojo del huracán para que no nos sorprendan las cosas, me gustaría matizar: en el famoso “Plan de Rescate”(Acta de Estabilización Económica de Urgencia de 2008), por lo que yo puedo entender, nadie puede a ciencia cierta saber cual será el costo real para cada contribuyente norteamericano; ahora bien, el estado no pretende alegremente “socializar las pérdidas”, es decir, asumir sin más el riesgo como aquí se hizo con otras “catástrofes económicas” de menor cuantía, el estado pretende revender los títulos que adquiera por la cuantía que paguen para finalmente disminuir el costo final. El riesgo asumido es grande, y pensar que pueda recaudar lo invertido en el plan, los famosos 700 mil millones, hasta es posible, pero obtener beneficios es más improbable, aunque no imposible. ¿Por qué digo esto? Porque además de lo anterior, el estado, al pasar a ser copropietario de las entidades que interviene, podría beneficiarse de ello cuando los bancos, después de sanear sus resultados con el plan de rescate, vuelvan de nuevo a obtener beneficios. El plan de rescate tiene mejor aspecto de lo que muchos parecen comentar en los foros, y de hacerse con el rigor que se presume, ya que el control del Congreso, el Tribunal de Cuentas, y otros, dirigidos por el mismísimo presidente de la Reserva Federal, lo someterán seriamente a una buena inspección, todo podrá ir razonablemente bien. Además, como no podía ser menos, se acabaron los “paracaídas dorados”, bonitas indemnizaciones para los ejecutivos que se retiraban ya “caducados” de Wall Street, delatando así que, mientras no cambien las cosas, el lucro especulativo quedará aparcado hasta que la tormenta amaine; también es de destacar que  habrá derechos de compra de acciones para los contribuyentes, permitiéndoles ser partícipes de los beneficios de las empresas que se recuperen.

El rumor de los infelices (escrito antes de que aquí se reconociera la crisis)

Es posible que la incertidumbre financiera y la crisis pudieran haberse evitado si el riesgo que conllevó la financiación “alegre” a los infelices que tradicionalmente poco pueden garantizar, por su estatus y condición “ninja” (no incomes, no jobs, no assets, no ingresos fijos, no trabajo estable, no poseedores de alguna propiedad), nunca lo hubieran asumido ciertas entidades financieras. Los currantes que se beneficiaron de esas hipotecas no han desaprovechado la oportunidad que se les brindó en su momento, como no podía ser menos, y fue posible gracias a la brillante ingeniería financiera oculta en las hipotecas “subprime”, repartiendo el riesgo que contraían con las “prime” (de poco riesgo de impago) donde ahí sí había garantías de mejorar y recuperar la inversión, reduciendo con ello el riesgo asumido. El riesgo directo es en gran medida asumible y predecible, pero la economía es sensible al contexto y se tambalea ante imprevistos que son muy difíciles de controlar, sobre todo entre esa maraña de cambios que poco a poco fue reduciendo el valor de las propiedades que se compraban, y que con ellas se sostenía la credibilidad de la inversión o el valor real de lo financiado. Finalmente, una excesiva confianza en un albedrío económico favorable, tanto por los gobiernos como por las entidades, que vagaban en una cómoda inercia, y que sin duda alguna el que más y el que menos pretendía sacarle partido tanto económico como político, les llevó quizás a ignorar o a ser incapaces de reconocer a tiempo el problema que se avecinaba.
 En estos momentos el Presidente de Los Estados Unidos pretende dar respuesta a un problema que puede arrastrar un problema todavía mayor, que la historia ha vivido hace unos ochenta años y que condenó a millones de americanos a la más absoluta miseria. Ahora no sólo son los ciudadanos norteamericanos los que pueden ser castigados por la situación, si no que medio mundo se ve afectado porque muchas entidades de todo el planeta asumieron, voluntaria o involuntariamente, ese riesgo. De aquella experiencia quedó, como muchas otras amargas, la duda que siempre a uno le asola si se pudo evitar o no la crisis, o mejor, si aquellos desgraciados que fueron arrastrados por la situación de las entidades financieras hacia la miseria, se podría haber impedido asumiendo temporalmente el estado parte del riesgo contraído, evitando así la patética crisis de desarraigo social que la situación generó, y facilitando que el sistema financiero se reorganizara para evitar que cayera. En aquel momento, la disputa de poder entre bancos enmudeció a las voces que parecían intuir que una solución podría ser hacerse con parte de ese mercado financiero en crisis, evitando la tragedia humana y económica que se produjo, mientras paradójicamente millones de dólares eran ajenos a lo que sucedía en las bodegas del tesoro público. Ahora los naturales recelos políticos en época preelectoral hacen esperar unas medidas que podrían paliar y evitar una tragedia como la vivida en aquellos años, brindando a un problema “conocido” una solución nueva donde no hay mucho juego para la indecisión. Estoy seguro que el plan de rescate acabará aprobándose.

jueves, 9 de junio de 2011

Democracia virtual


                No por hablar más alto se tiene más razón. Los dictadores sudamericanos como Chávez, Castro, Evo y demás, llevan tiempo acuñando el término “democracia real” para  acreditar sus dictaduras. Al margen de que comparta ciertos planteamientos de los acampados en Sol, también tengo que decir, que discrepo abiertamente de otros. Yo estoy también indignado, y comprendo perfectamente la indignación de mucha gente en este momento. Lo que ya no tengo tan claro es por qué mucha gente se entrega sin reparo a un grupo organizado cuyas propuestas no son nuevas, ya que son las viejas recetas socialistas que el gobierno actual expedía hasta ahora con facilidad, pero que ha tenido que dejar de hacerlo porque económicamente es insostenible.  El paro es el problema capital de nuestro país, enquistado por el círculo vicioso que la deuda pública ha dejado sobre los hombros de cada ciudadano. No hay funcionario que se libre, no hay pensionista que sea inmune, no hay autónomo que no sableen con los tributos, no hay “quisqui” viviente al que no hayan transferido parte de ese déficit, contraído por gastar la administración muchísimo más de lo que podía permitirse. Siempre justifican el gasto público en paliar la precaria situación de un sufrido parado, pero paradójicamente, ahora hay  un montón de parados que ya no lo cobran. Siempre justifican el desorbitado gasto público en mantener una Seguridad Social, que según ellos es la mejor del mundo, pero ahora muchos que no trabajan dejan de tenerla. Hasta en la educación se manifiesta el “desarraigo”, un término nuevo en nuestra joven e inmadura democracia, que salpica a una sociedad por haber aceptado, sin objeción alguna, el frenesí pedagógico que estas lumbrearas que nos gobiernan nos han impuesto.
                Sinceramente, podemos ir a peor, todo depende de cómo se traten los problemas. El ser de izquierdas no es una garantía; aún más, llevándolo a su máximo exponente, el pretender aunar el poder político y económica en las mismas manos, no es ni más ni menos que la receta ideal para sostener una bonita dictadura. En fin, IU y PSOE parecen plenamente identificados con la mayoría de las propuestas de este movimiento emergente de Sol, lo que a mí, particularmente, me deja perplejo.

miércoles, 8 de junio de 2011

Un comentario espinoso


  Sin negar la buena intención que cualquiera pone a la hora de otorgar una ayuda a aquel que realmente lo necesita, pienso que es muy difícil de mantener, ad libitum, una política social vertebrada exclusivamente en el hecho de ofrecer 426€ a todo aquel que se proclame sin trabajo sin más, esperando que concluya el plazo de la prestación, para posteriormente pensar lo que uno puede hacer para lograr un empleo, y sino, volver a solicitar dicho subsidio para esperar providencialmente la solución. Una política seria de empleo tendrá que articularse pretendiendo comprometer a aquellos que lo demandan para que asuman la iniciativa de buscarlo, ligando el subsidio a un acuerdo explícito de formación o capacitación para poder ejercer un trabajo, cuyos requerimientos estén dentro del círculo de formación y madurez que una persona pueda asumir. Una persona trabajando puede contribuir para sostener la prestación para aquellos que realmente la necesitan, y además, rompe el soporte de la economía sumergida que este tipo de subsidios pueden generar, porque no conozco a nadie que pueda vivir con 426€, debiendo de disponer de algún que otro ingreso para poder afrontar la vida. Por supuesto que puede haber excepciones, es decir, aquellos que están realmente desarraigados y que sólo viven con este dinero, pero no pueden tener un subsidio digno porque la prestación actual no hace distinción entre el que realmente necesita el trabajo y no puede encontrarlo, y el que pudiendo tener uno, aprende a vivir prolongando en el tiempo la prodigalidad gubernamental en este tipo de temas. Por supuesto, esta reflexión no tiene la intención de ofender a nadie, pero yo he vivido el desempleo de un modo muy distinto a como lo vive mucha gente hoy, trabajando en diversos quehaceres, viviendo con lo de mi familia oportunamente, y currando como un cabrón para poder ubicarme como afortunadamente me ubico hoy. Es cierto que era joven y no tenía compromiso alguno, pero hoy conozco a algún que otro joven que no pierden el tiempo en moverse o prepararse para poder tener un futuro, disfrutando del paro como nunca lo hemos podido disfrutar otros, y esto no hay país que pueda sostenerlo. Un país es la suma de la iniciativa y el compromiso de todos, y precisamente, a los parados de mayor edad tendrían que mantenerles el subsidio más tiempo, pero a los juveniles había que “comprometerlos” un poco más para que contribuyan como sea para poder ofrecerlo. Este tema es espinoso, pero la cara oculta de la Luna también existe, y al igual que cualquier otra iniciativa que dependa de la oportuna financicación, desgraciadamente, hoy por hoy, ya hay gente que no va a cobrar el paro; gestionarlo bien podría contribuir a mejorar todo esto.

domingo, 22 de mayo de 2011

Una conjura de necios


              La etiología de la crisis actual no es igual a la de cualquier otra, y culpar a todos aquellos que hicieron un buen negocio asumiendo el riesgo de los desarraigados de siempre, aquellos a los que nadie brindó nunca una oportunidad como la que tuvieron para cambiar de estatus debido al bajo precio del dinero y a las escasas garantías para obtenerlo, es un simplismo imperdonable. En América le llaman crisis “Ninja”, entre otras cosas, porque esa parte del pueblo ignorado frecuentemente ha alcanzado una cuota de soberanía real inimaginable, al poner a su alcance la oportunidad de comprar aquello a lo que normalmente nunca tendría acceso, y eso fue posible gracias a que las entidades financieras, por primera vez en la historia, asumieron un riesgo mayor del que habitualmente tenían por costumbre. La estrategia financiera sucumbió, porque el nuevo albedrío invitaba como nunca, tanto a entidades como a estados, a sacarle el máximo partido a la ocasión, depositando parte del riesgo en productos financieros tradicionalmente seguros, pero que la especulación petrolífera, la bajada del valor del bien hipotecado, el incremento del paro, la caída paulatina de las bolsas, etc., fue superando el riesgo inicialmente asumido, imposible de compensar con las garantías exigidas y con los resultados de las hipotecas de bajo riesgo de impago. La incompetencia la veo en el estado, que negando permanentemente la crisis, delata esa temeridad propia de aquellos que con una sonrisa pretenden ocultarlo todo, sin aportar nada más que un discurso propia de una conjura de necios, que ignoran descaradamente que ellos también fueron partícipes de esta bendita ocasión.

Un buen café siempre viene bien.


     Nada más recomendable que un buen café para disipar la inquietante visión que algunos muestran del dulcísimo capitalismo que disfrutamos. Digo disfrutamos, porque muchas personas, entre las que yo me encuentro, nos sentimos muy bien en un ámbito donde la oportunidad y la libertad obligan a girar a una sociedad alrededor del esfuerzo personal de cada uno, y de ese esfuerzo uniforme y constante, la vida de la mayoría tiende de forma natural hacia la mejora. USA es la locomotora que felizmente tira cuando no sufre contratiempos, pero cuando no, como somos tan solventes, nos vemos también arrastrados por ella. El desliz más señalado de los yanquis es el haber alcanzado mayor nivel de vida que nadie en muy poco tiempo, y es el “ejemplo sangrante” que sirve para que a los demás nos la envainen alegremente y nos culpen de un desliz igual, es decir, incurrir en el pecado de comprar cuando en un momento señalado de nuestra historia económica la soberanía popular era real gracias al bajo precio del dinero. El bajo coste del dinero promovía que la mayoría de los currantes pudieran cambiar de estatus y hacerse con aquello que la mano inútil del estado nunca podrá ofrecer a la mayoría: un pisillo saludable, iniciar un pequeño negocio y dejar de ser un esclavo asalariado a destajo, un cochecito cercano al que suelen disfrutar los alegres gerifaltes de las tribus más “dabuten” del reino de la risa. Ahora se nos somete al rigor de la hoja de cálculo para señalarnos como estúpidos consumidores felices, responsables en buena parte de la desgraciada situación actual, eludiendo en lo posible colgar la responsabilidad del fiasco al “primor cerebral" que rige nuestros destinos,  vendiéndonos siempre la política social como un despacho directo de billetes. El verdadero sentido social de la economía no es sólo brindar la puntual atención a aquellos que difícilmente se valdrían por sí mismos, sino que es evitar que el ritmo económico decaiga, y permita que todos, y especialmente los que más lo necesitan, puedan entrar en el juego del trabajo y en la “osada” pretensión de procurar ser dueños de sí mismos, alejándose en lo posible de la dependencia subsidiaria del estado, para contribuir así a una tendencia natural hacia la mejora de las cosas. Cualquier otra opción alternativa, lo único que oculta es una vanidosa pretensión de poder, que a golpe de rollo barato, los mesías socializadores alternativos, suelen vendernos la salvación frente a nuestras pretensiones “depravadas” de lucro, condenando tristemente a generaciones enteras a la más absoluta miseria social, económica y política.
 

América versus Europa

     El tópico comparativo América versus Europa, mil veces parangonado, parece siempre surgir cuando la “solvencia“ Europea  está en entredicho porque la máquina americana sufre alguna “dificultad”, y no es capaz de mantener un ritmo económico razonable para materializar, no sólo en Europa, sino en gran parte del mundo, ese bienestar social que sólo el beneficio de la libre actividad económica puede aportar. Detrás de la manida expresión “social” se esconde el cutrerío y la caridad estatal, de la que dependen muchos más europeos que ciudadanos del otro lado del charco. Hasta hace poco era venerada la ingeniería financiera que inundó de esperanza a miles de sísifos, hombres ordinarios que sobreviven con la cruz de la paradoja del esfuerzo continuo e inútil, consumiendo su vida en sórdidas fábricas y oficinas, esclavos del destajo y de la perenne incertidumbre de un contrato “indefinido”, y ahora todo el mundo mete en el mismo saco la estafa y el alegre albedrío del préstamo hipotecario para confundir el ideario de la libertad y la oportunidad para todos, con el ideario de otros que nunca han tenido oficio ni beneficio alguno, pero que podrán vivir cómodamente, incluso como ministros, por el mero hecho de trepar en la cadena vertical del partido y generar la dependencia absoluta del pueblo al “chocolate del loro”, al “PER” definitivo que garantizará la legitimidad moral del astuto gerifalte, evitando además que nunca más la oportunidad y la libertad nos brinde algún exceso que pueda robarles el cargo. América se levantará, siempre por delante, y nosotros por detrás de Europa, quizás algún día.

sábado, 21 de mayo de 2011

Sed bienvenidos.


Escribir no me resulta nada fácil, pero la sensación de fragilidad que me inunda por la incertidumbre de la crisis  hace que intentarlo me resulte saludable, algo así como una terapia expiatoria que alivia el peso del pecado que ahora le cuelgan a uno por haber sido un consumidor feliz.
 Es curioso que al primero que le hincan el diente sea siempre al ciudadano, llevándose por delante una buena tajada de su trabajo, mucho sudor y lágrimas, para llenar con rapidez el saco de aquellos que suelen vaciarlo con facilidad teniendo poco reparo por nuestro dinero.
 Fue en una cena entre amigos cuando me percaté de que la gente suele entender la crisis como se la venden los que la crean, y casi siempre se apela a entes difusos, lejanos, ajenos a la tierra que pisamos, para excusar los fiascos de los que suelen capitalizar los éxitos cuando las vacas gordas pastan, pero ahora que han perdido más de una talla, eluden cualquier responsabilidad sobre la que está cayendo.
 El ratón parece rugir exigiendo al teclado que clame por los que ahora ya no pueden comprar ni vender nada, por todos aquellos que han caído en las puertas del desarraigo por el escaso tino de una administración que siempre ha creído que las vacas flacas no volverían, y que con el dinero de todos, que no era de nadie, el límite no tendría fin.
 En fin, a la modesta fiesta de mi primer blog están invitados todos, aunque es fácil entender que para unos pocos será algo embarazosa, pero espero que para la mayoría no deje de ser interesante.
 Sed bienvenidos.