viernes, 14 de diciembre de 2012

No hay alternativa

El que nace aquí, madura con el espanto, porque de otro modo no sobreviviría. En un momento en que el que puede está obligado a trabajar más y mejor, posiblemente recibiendo menos, aquellos que antes lo han desbaratado prácticamente todo, ahora se crispan con las reformas que se ven obligados a hacer los que están actualmente legitimados para poder intentar salvar los muebles. Como en otra entrada de este blog comenté, no son los recortes los que matan, son la escasez de recursos y la mala gestión, herencia incuestionable de la espantosa izquierda que gobernó este país. En su día, la prodigalidad, el mal cometido de gobierno, la deslealtad territorial (excepto para recibir la pasta), la incapacidad para inspirar la más mínima higiene económica en el ámbito público y financiero, nos enterró y enterrará por algunos años, siempre y cuando esta sociedad asuma ahora el ajuste que se le viene encima. No me considero un "quijote" ni un “masoca”, pero de no aceptar ciertos límites, realmente todo puede empeorar aún más. Aunque nos parezca increíble, lo que está haciendo este gobierno es lo que haría cualquier otro en circunstancias parecidas; es realmente lo preceptivo y reconocido por la mayoría de aquéllos que garantizan nuestra solvencia en circunstancias en que nosotros no podemos asegurarla. Hacernos dueños de nosotros mismos es asumir nuestra responsabilidad, y la  responsabilidad pasa por comprometer la poltrona, y no creo que este gobierno esté haciendo méritos para mantenerla, y no lo hace, porque obstinarse en sostener artificialmente la economía fuera del contexto que estamos viviendo sería un suicidio. Yo no soy quien para dar lecciones a nadie, pero aislar el problema ajustando y dimensionando el ámbito público a lo que actualmente podemos asumir, garantizar la solvencia del sistema financiero, obligar a los virreyes a que se ajusten los machos, y que no dilapiden la pasta que el resto del país les da para evitar la quiebra de su “virreinato”, garantizar la igualdad de derechos y la seguridad jurídica en todo nuestro territorio, puede ser un buen comienzo para salir, poco a poco, de este atolladero.