viernes, 14 de diciembre de 2012

No hay alternativa

El que nace aquí, madura con el espanto, porque de otro modo no sobreviviría. En un momento en que el que puede está obligado a trabajar más y mejor, posiblemente recibiendo menos, aquellos que antes lo han desbaratado prácticamente todo, ahora se crispan con las reformas que se ven obligados a hacer los que están actualmente legitimados para poder intentar salvar los muebles. Como en otra entrada de este blog comenté, no son los recortes los que matan, son la escasez de recursos y la mala gestión, herencia incuestionable de la espantosa izquierda que gobernó este país. En su día, la prodigalidad, el mal cometido de gobierno, la deslealtad territorial (excepto para recibir la pasta), la incapacidad para inspirar la más mínima higiene económica en el ámbito público y financiero, nos enterró y enterrará por algunos años, siempre y cuando esta sociedad asuma ahora el ajuste que se le viene encima. No me considero un "quijote" ni un “masoca”, pero de no aceptar ciertos límites, realmente todo puede empeorar aún más. Aunque nos parezca increíble, lo que está haciendo este gobierno es lo que haría cualquier otro en circunstancias parecidas; es realmente lo preceptivo y reconocido por la mayoría de aquéllos que garantizan nuestra solvencia en circunstancias en que nosotros no podemos asegurarla. Hacernos dueños de nosotros mismos es asumir nuestra responsabilidad, y la  responsabilidad pasa por comprometer la poltrona, y no creo que este gobierno esté haciendo méritos para mantenerla, y no lo hace, porque obstinarse en sostener artificialmente la economía fuera del contexto que estamos viviendo sería un suicidio. Yo no soy quien para dar lecciones a nadie, pero aislar el problema ajustando y dimensionando el ámbito público a lo que actualmente podemos asumir, garantizar la solvencia del sistema financiero, obligar a los virreyes a que se ajusten los machos, y que no dilapiden la pasta que el resto del país les da para evitar la quiebra de su “virreinato”, garantizar la igualdad de derechos y la seguridad jurídica en todo nuestro territorio, puede ser un buen comienzo para salir, poco a poco, de este atolladero.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Solvencia o desarraigo

No hay nada más explícito para reconocer la solvencia de aquellos que pretenden ser ciudadanos de un país, que exigirles previamente que fagociten un hermosos trozo de “ladrillo” por el módico precio de 160.000 €, a cambio de recibir los “papeles” para poder residir en él. A mí, en particular, no me parece muy mala idea. En Grecia no sólo se lo están pensando, creo que ya han tomado la decisión de implementarlo, al fin y al cabo, el ladrillo floreció en los arrabales de Europa como la malva en los periodos estivales de los años previos a la hecatombe económica, en el “desgüeve universal”, en la aguda crisis económica, social, moral, política, cultural, etc., etc., que motivó el declive de una sociedad que llevaba tiempo anclada en el delirio y en la risa. Aliviar así el pasivo inmobiliario evitando de algún modo que al contribuyente le vacíen todavía más el bolsillo, es algo realmente novedoso. Hay muchos excursionistas del Este que visitan nuestro país interesados en una segunda vivienda para veranear, y aunque aquí se les mira con cierta “suspicacia”, la verdad es que son muchos al año dispuestos a gastar como el que más para poder disfrutar de unas buenas vacaciones. No se debe confundir residencia con nacionalidad, aunque el permiso de residencia sea la vía más común para adquirir la nacionalidad al cabo de un tiempo. Muchos piensan que era más bonito antes, cuando podía uno empadronarse con un ticket de supermercado, poniendo luego el país, sin reparo alguno, todos los recursos que disponía para la obligada atención de aquel al que se acoge, incluso más tarde se les dotaba de una serie de ayudas que les permitiría sobrevivir por largo tiempo. Curiosamente, la tradicional inmigración arraigada, como la procedente de Uruguay, Brasil, Perú, etc.., se le ponía límites, que implicaba en ocasiones la obligada vuelta a casa al pisar nuestro territorio. Recuerdo en Montevideo, en su día, el desaire del embajador español con el Ministro de Exteriores Uruguayo por un incidente de este tipo. Para la otra “simpática” inmigración no procedían estas cosas, acumulando una burbuja de desarraigo que ahora revienta al no haber recursos para poder acogerla, ya que desgraciadamente nada se exigió previamente para que estas personas no fueran muy vulnerables a caer en la más sórdida desdicha, acabando muchos, en el mejor de los casos, deambulando entre los contenedores para poder llevarse a la boca algo que comer. En fin, creo que hoy los “papeles” sí se cotizan caros, o la solvencia o el desarraigo.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Una oportunidad


No son las políticas económicas populistas las que a medio y largo plazo mejorarán la situación. Es difícil que la gente pueda entender que las cosas dejaron de empeorar, cuando los únicos índices que se manejan son las cifras del paro y los registros periódicos de la prima de riesgo y de la bolsa. Siguiendo estos índices es imposible analizar con cierta profundidad el estadio de la crisis, e intentar valorar con seriedad el efecto de las medidas que se adoptan para contribuir a reparar la coyuntura económica. Aún así, hay quién sigue apostando sin pudor alguno por las políticas que nos han traído hasta aquí, a este desarraigo económico que nos viene estancando e impidiendo prosperar, haciendo hincapié única y exclusivamente en la deriva de estos “pseudo-índices”. Aumentar el gasto público para paliar la situación, subvencionando y motivando artificialmente la economía, esperando que puntualmente mejore el desempleo al amparo de la socialización del riesgo de cualquier incierta iniciativa de trabajo que se preste, es un error descomunal. Pan para hoy, hambre para mañana. El goloso estómago estatal no puede seguir viviendo a cuenta de generar déficit que inoportunamente puede llegar a dejar de afrontar. Ejemplos tenemos en algún momento de la historia latinoamericana, donde algunos países llegaron a tener un desarrollo impresionante, con una clara tendencia a seguir los pasos de Australia, Suiza, Canadá o de Los Estados Unidos de América, pero con la llegada del populismo y las dictaduras, con políticas destinadas siempre a calmar a la gente en la inmediatez, destruyendo la competencia, ahuyentando la inversión foránea, comprometiendo la innovación, dilapidando el erario público, etc., provocaron un dramático estancamiento. Ese estancamiento arraigó en el ADN de esos países, obligándoles a orbitar permanentemente en una espiral de declive al estar atrapados en una idiosincrasia subsidiada, convirtiéndose en tabú hablar de productividad y de una estructura económica más eficiente, para no desbaratar las pretensiones de espantosos gobiernos que solían y suelen perpetuarse gracias a todo esto, pero que nunca fueron ni serán capaces así de resolver el dilema que curiosamente los acreditan, el dilema de la resolución de la pobreza. Nosotros debemos pagar nuestras deudas, pero es mejor vender patrimonio, racionalizar los gastos y servicios, que freír a la sociedad civil a impuestos para sostener una estructura administrativa y territorial, que al ser imposible de mantener, actúa como un puto lastre que nos ahoga a todos, menos a los que viven muy bien a su cuenta. Está pendiente la reforma estructural para no asfixiarnos en los próximos años, está pendiente mejorar la formación de nuestros jóvenes inculcándoles el compromiso y el esfuerzo en el estudio como pilar básico para que puedan en el futuro hacerse dueños de su propia vida, falta eliminar todo tipo de subvenciones, incentivando la inversión permutando carga impositiva por capital comprometido en la financiación productiva, y falta ese afán de superación en una sociedad que no acaba de creer en sí misma. Afrontar una crisis masiva, como una oportunidad individual y colectiva que cambie el rostro de un país anclado en una gran mentira durante años, es nuestro reto.

miércoles, 24 de octubre de 2012

La más simpática de Europa

    Queda lejos el tiempo en el que opinar podía acarrear serios problemas. Evidenciar el error y la falacia para poder apreciar mejor la verdad debía de ser el objetivo de la crítica. La realidad es otra. La falta de honestidad intelectual hace hoy de la crítica un arma arrojadiza que siempre apunta al corazón y a las vísceras del ciudadano, implicándolo en la batalla política intentando usurparle su sano juicio, ocultando la racionalidad y la verdad bajo la sombra del delirio y de la demagogia al servicio de los intereses del partido. Estoy espantado con la izquierda de este país y la escasa altura intelectual de sus candidatos. Yo no voté en estas elecciones echando mano de un bagaje ideológico que me colmara de razón a la hora de consumar mi voto, voté pensando en lo funesto que sería que tres cabezas pretendieran gobernar a costa de usurparle la oportunidad de hacerlo al partido más votado. Un defecto de origen que tiene nuestra democracia es que la suma aritmética puede pisar una mayoría incuestionable, y aunque ahora la derecha sociológica de Galicia tomó buena nota otorgando mayoría absoluta a sus representantes, lo cierto, por bien de todas las formaciones políticas, es que debería cambiar algo para brindar siempre la oportunidad de formar gobierno a la lista más votada. Sin ninguna duda también, las listas electorales deberían de abrirse ya, en aras de permitir una evolución saludable de nuestra democracia antes de que acabe tristemente convirtiéndose en cualquier otra cosa. No hay tu tía, sigue una parte del pueblo, legítimamente, echando mano de lo añejo, brindando de nuevo la oportunidad a lo más rancio de la izquierda, esa izquierda inmadura que no acaba de evolucionar, y que se refugia en la gresca para recaudar votos entre el resentimiento y la patriotería. Dicen que los recortes matan; los recortes no matan, mata la falta de recursos y la mala gestión, hermoso legado de la izquierda más simpática de Europa, aunque sean incapaces de sonreír en alguna ocasión.

sábado, 13 de octubre de 2012

Está en nuestras manos




Cuando era un chaval, oía comentar a mi padre que los problemas económicas siempre se podían superar. Problemas reales eran otros, como los que puede depararnos la salud, donde en ocasiones, poco control tenemos sobre una situación crónica que nos condicionará para el resto de nuestra vida. Se podrá vivir con más o con menos, pero con un mínimo de pudor a la hora de administrar nuestros bienes, de compromiso, esfuerzo y tenacidad, todo es superable. Está en nuestras manos asumir nuestra responsabilidad a la hora de mejorar nuestra propia condición. Ésa es la mejor contribución social que podemos hacer a una comunidad en crisis. Nadie puede esperar a que la providencia le resuelva su situación. Es una obligación moral adquirir la formación o destreza necesaria para poder ubicarnos laboralmente donde la oportunidad nos lo brinda, contribuyendo así a la mejora de las cosas eludiendo la dependencia de los demás. Ésta era la filosofía que acompañó a la mayoría de los jóvenes poco después de la transición. Nadie quería depender de nadie, aunque también es cierto, que la prodigalidad en los subsidios no se daba, y en gran medida me atrevo ahora a señalar eso como parte del problema, y no como una solución. Stay hungry, stay foolish, así terminaba el discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford en la ceremonia de graduación del año 2005. Discurso memorable, y salvando la distancia, ganar un duro honestamente como sea, pero no deber ni depender de nadie, es la esencia de la verdadera libertad.

domingo, 30 de septiembre de 2012

¡ Abran juego !


Conocimos los PGE (PresupuestosGenerales del Estado), y sin duda alguna, globalmente se aprecia un aumento del gasto que ronda algo más de 5%. Vender la moto de la austeridad parece ser la consigna del gobierno, aunque al sumar lo que interesa mostrar con lo que no interesa tanto, las cuentas son las que son. Podremos engañarnos a nosotros mismos, pero no creo que la avanzada Europa, esa otra Europa seria que no reniega de la eficiencia y del estado de derecho, que suma y resta ajustándose a su capacidad, que mejora las cosas sin comprometer la supervivencia de aquellos que generan riqueza asumiendo el compromiso y el riesgo de sus iniciativas, se deje persuadir. A los “bonistas” o tenedores de deuda, a los inversores foráneos y a todos aquellos que tienen pasta susceptible de invertirse productivamente, nadie les va a engañar, y más allá de lo que yo pueda escribir, el comportamiento de la prima de riesgo es lo que nos va a decir si podemos asumir ese incremento sin que el precio de las emisiones de deuda supere ese nivel inasequible para nosotros. El próximo año rondará un billón de euros lo que deberemos todos los españoles, siendo la partida dedicada a pagar todo eso lo que más se incrementa. Honestamente, las dependencias de un pasado ominoso, tipo ZP, que asume este gobierno, como el pago a los proveedores – iniciativa loable como la que más – , y El Fondo de Reestructuración de Ordenación Bancaria (FROB), se llevan luego la palma. Otras sociedades públicas, de las que no quiero ni pensar, seguirán con su bonita bola de nieve que también tendremos que “licuar”. La emisión de deuda pública para el próximo año se tendrá que incrementar, ya que si no remonta la economía dependeremos de ella para asumir los gastos. En suma, el déficit público se incrementará a pesar de la intención del gobierno de no hacerlo, y para todos aquellos que crean que incrementando el gasto público para motivar nuestra economía puede ser una buena solución, que tomen buena nota, porque la espiral de deuda es finita, y si los mercados no se comportan bien, se comprometerá nuestra liquidez. Si en el ámbito público la suntuosidad pasara a la sobriedad, si del patrioterismo pasáramos a la lealtad, y si facilitaran las cosas a todos aquellos que con su capital asumen riesgos y compromisos para crear esa infraestructura productiva que nos vincule realmente al desarrollo, otro gallo nos cantaría. Pretender hacerlo eludiendo el advenimiento de una sociedad para que asuma su propio futuro prometiéndoles un puesto vitalicio por el que se pelea media nación, es una degollina en vida.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Un erizo entre el cemento urbano


Endulzo la vida a tres simpáticos gatos callejeros, cuya madre era una gata carey maravillosa a la que siempre tengo presente en mis oraciones, ya que no dejo de pensar en ese sexto sentido que tenía para susurrarme cosas curiosas. Los felinos en sí mismos son hermosos, pero hay algo más en ellos que los hacen genuinos, como esa forma peculiar y única de maullar a aquel que realmente les quiere. En fin, hoy repartí la comida entre los gatos, y mi viejo amigo el erizo común también comió, que huye desesperado de su hábitat para probar suerte en el durísimo mundo del cemento urbano. En el país del choriceo es delito echarle una mano a los “seres vivos” para que no sean pasto de esta espantosa crisis, de una dura crisis que todo lo niega, ni pan ni agua para nadie, que obliga, incluso a los erizos, a buscarse la vida en la calle. Nunca había visto en este país el patético rostro del desarraigo, el rostro de la gente buscándose la vida entre los contenedores o los desechos del supermercado, el avergonzado rostro de uno que en medio de la noche iba comiendo los “gusanitos” tirados por los niños en la calle, el famélico rostro de otro que comía lo que yo les echaba a los gatos. Este país tocó fondo en el abismo de la crisis, una crisis que se fraguó sigilosamente al haber dejado todos de asumir compromiso alguno más allá del sálvese quién pueda, de intentar resolver la vida lo mejor posible aferrándonos a lo más peyorativo del billete. Un país expatriado, paradójicamente engullido por la demagogia y el delirio del patrioterismo, de esa salsa que algunos manejan muy bien como cortina de humo para sazonar los problemas y seguir viviendo como auténticos virreyes, eso sí, con el atenuante de contar con una aprobación inusitada. Unos cuantos políticos más duermen esta noche en el trullo, un mal presagio de un futuro poco halagüeño, y que nos abre las puertas a las cloacas del realismo mágico de la política bananera. Todo parece un desgüeve en este país, pero vivo con la esperanza en la vida eterna porque mi querida gata cuando fenecía asumía que soñaba, y susurró que su partida era algo mejor y de mayor fortuna de lo que creía, sin tener la menor duda de que volveríamos a vernos. Descanse En Paz.

martes, 21 de agosto de 2012

El penúltimo estertor


Aunque tiene su gracia que una persona anónima escriba sobre cosas muy engorrosas, lo cierto es que la tecnología invita al pueblo a escribir sobre lo que le inquieta, lo que vive o lo que sufre. Tengo la terrible sensación de que la gente no es consciente de lo que realmente pasa. Disfrutamos de las vacaciones, los supermercados abren, los músicos tocan, los hospitales prestan sus servicios, las farmacias abren, los funcionarios cobran y los artistas cantan, bailan o pintan. Está claro que he olvidado a muchos, a muchos que el albedrío de la crisis hizo ya papilla, y que, a pesar de las ayudas, van a tener que esforzarse mucho para poder salir de la dura situación en que se encuentran. Si atendemos a parámetros como la fuga de capitales, este país parece que está en guerra, y no lo notamos porque las necesidades financieras de nuestros bancos, curiosamente, están compensadas por la enorme cantidad de pasta que nos presta indirectamente el Bundesbank a través de los programas de compensación de pagos entre las entidades financieras de la eurozona. Empiezo a tener la sensación de que el rescate es inevitable, y que la sutil relación que hasta ahora teníamos con nuestros acreedores, ahora se va a convertir en un entrega total hacia ellos, ya que no somos capaces de generar recursos para poder pagar nuestros excesos del pasado. Tampoco subiendo tasas y asfixiando al ciudadano y al sector privado, no parece resolver nada. A este gobierno no se le puede perdonar que fría a impuestos al ciudadano y al sector privado para salvarle el culo a un sector público que a mi juicio es un auténtico desastre. No han tenido valor para abordar la reforma estructural necesaria que obligaría al sector público a ceñirse a parámetros de sostenibilidad, calidad y racionalidad, propios del siglo XXI, nada de otro mundo, algo tan normal en Inglaterra, Alemania o Francia, y que posiblemente nos diera alguna esperanza para evitar el rescate, ¿o no?. A saber. Nunca me he identificado con este país, siempre me he sentido ajeno a la lógica y a las formas en que nuestro reino gira, donde un monstruo llamado Administración, dirigido por “mutantes” democráticos, manejan la mitad de la riqueza generada, la malgastan con toda impunidad, y nos entregan una factura y una estructura hipertrófica insostenible, a pagar en cómodos plazos de un millón de años para evitar su cierre. ¿De qué me quejo? Solamente mermarán seriamente el nivel de vida de la clase media, a los empresarios y a las empresas que todavía pueden pagar las estrangularán fiscalmente, a los funcionarios les tocará de soslayo, pero a los miles de políticos de pata negra, a los políticos de pacotilla refugiados en condados de fruslería, fundaciones y “empresillas” públicas de bisutería, a los sindicalistas “profesionales” de los dos o tres sindicatos de clase, a los partidos “democráticos” de todo pelaje, no les faltará de nada. Así nos va,  la poltrona sigue impertérrita, como antaño, inamovible a nuestra cuenta mientras agonizamos como país.

domingo, 12 de agosto de 2012

¿Cumplir o no cumplir?

El ministro alemán de Exteriores veranea en España desde su infancia. En una entrevista hecha por un diario de su país, aparte de mostrar predilección por los pimientos de Padrón, muestra su total convicción de que el presidente español aborda con determinación la crisis, aplicando las reformas necesarias para evitar tener que recurrir a un “rescate”. También está convencido de la solidez de nuestra economía, que aunque no pasa por su mejor momento, tiene todavía pulso para  superar las dificultades en las que está inmersa. Comenta también, que la socialización de la deuda echando mano de la creación de los eurobonos  no es negociable, rompiendo con las expectativas de los gobiernos de Francia, Italia y España, de pretender reducir así la elevada cifra que tiene la “prima” y el pago de intereses de la deuda italiana y española. Aparte del optimismo que muestra el ministro alemán sobre nuestra economía, coincido con él en otra entrada que los “eurobills” para mí no son la solución, ya que, al igual que ocurre con el compromiso del déficit público, tendríamos que estar sometidos a un rigor fiscal, que de no cumplir, nadie se “comería” los bonos. Ésa es la cuestión, ¿cumplir o no cumplir? Aquí está nuestro verdadero problema. A pesar del incremento impositivo, la patología del despilfarro parece seguir acumulando déficit en lo que va de año, y el partido de la oposición sigue cacareando que los recortes están gravando la crisis. Si ni con recortes somos capaces de controlar nuestro déficit, veremos como lo consigue la oposición. Dicen que el descuadre viene dado por un adelanto transferido a la Seguridad Social y a las comunidades autónomas, aunque me gustaría saber cómo las “solventes” comunidades devolverán la pasta, o cómo mejorarán los números rojos de la Seguridad Social si no desciende el paro. En fin, mis mejores deseos para Montoro, pero o recortamos en serio o pringamos con un “rescate”, que, al contrario de lo que mucha gente piensa, no deja de ser otro problema, y no una solución.
Por otro lado, lamento la desidia veraniega a la hora de escribir, y espero mejorar con un mayor incremento de entradas en este blog próximamente. Disfruten de la música estival.

lunes, 30 de julio de 2012

Entre la prima y la subasta.

En la última subasta siguen los inversores demandando bien nuestra deuda, aunque en los bonos de tres y seis meses pagamos un interés superior al anterior, siendo este interés el más alto desde noviembre. Esta última subasta es la primera celebrada después del plan de ajuste del Gobierno, y los mercados no se pronunciarán de nuevo hasta el día dos de agosto, donde se celebrará la próxima subasta de bonos. Es curioso que el “espectáculo de la prima”, que estuvo muy por encima de los 600, trae al gobierno y, sobre todo, a los versados políticos y sindicalistas, recelosos, mirándola cuando se incrementa como si fuera el fin del mundo, poniendo en duda la bondad del “sistema”, ya que “otro es posible” donde esta incertidumbre no moleste y el maná de “los panes y los peces” se prodigue abundantemente con la inquebrantable fe de aquellos que con el viento alternativo se nutren muy bien. En fin, hoy escribo sin vocación, sabiendo de antemano que la prima ahora vuelve al redil de lo “razonable”, porque el explícito apoyo del presidente del BCE a nuestra moneda común y el compromiso de Alemania y Francia a preservar el euro, disipan la desconfianza de aquellos inversores que no están dispuestos a comprar nuestros bonos sin reclamar un mayor interés para compensar los riesgos. Estoy convencido que ahora nos toca a nosotros asumir nuestra responsabilidad, y ante la necesidad de seguir disponiendo de liquidez recurriendo a los mercados, tendremos que adoptar las medidas necesarias para demostrar que la desconfianza que impera en los mismos no es más que una distorsionada percepción de la realidad, y que a partir de ahora sí reduciremos el déficit público, reduciendo el estado, gestionando mejor los servicios y empresas públicas, la sanidad y las autonomías, dejando de subsidiar todo aquello que tienda a socializar los riesgos de cualquier iniciativa privada y terminando con la prodigalidad del subsidio de desempleo, entre otras medidas. Quiero recordar que la prima de riesgo es algo así como el indicador del miedo que tienen los ahorradores a perder su dinero cuando lo invierten, y que son miles de familias, empresas y fortunas, los que invierten en los fondos de inversión de cualquier país del mundo, y que sólo invertirán en todos aquellos países que demuestren que gestionan bien su dinero, de lo contrario, o no lo hacen, o lo hacen a cambio de una cuantiosa suma de intereses. Un amigo del otro lado del charco que pasó unos días en Europa, sentenció: “Europa no se levantará en la vida porque está totalmente subsidiada”. Agudo comentario, que a más de un lector inteligente le dará mucho que pensar. No habrá otro pronunciamiento de las autoridades monetarias para salvarnos el culo, tenemos que actuar ajustándonos a lo que podemos para lograr seguir financiándonos sin que nos tiemblen las orejas entre cada subasta.

viernes, 20 de julio de 2012

A dos velas


En el anterior post escribí sobre la duda de que el estado pueda financiarse a largo plazo, y aunque dejé claro que fue todo un éxito la subasta del martes, la de ayer, jueves, me decepcionó un poquito. Aunque había demanda, el doble de lo que se ofrecía, se colocó a un alto interés. Hay muchas más dificultades para financiarnos a corto y medio plazo que a más de doce meses. Guiándonos por los índices representativos que ahora se manejan, prima de riesgo e índices bursátiles, da la impresión de que las medidas de ajuste adoptadas no tienen efecto apreciable alguno. En fin, si alguien cree que simplemente con anunciarlas darán resultado es que no se entera de nada. Los mercados no se fían, saben que este país esconde una astenia grave, pero hay que reconocer que el índice de paro se mantiene y no se incrementa, y los salarios de los funcionarios y la estructura del estado no han sido tocados de forma relevante. Sí es cierto, que hay millones de españoles que se levantan todos los putos días de sol a sombra para intentar sobrellevar su negocio, recortando sus márgenes de beneficio para que los sueldos de los funcionarios y la gobernalle de este país no pierdan liquidez sustancialmente, y la voracidad del estómago estatal, las “nacioncillas” de pánico, por ejemplo, sigan comiendo casi como si no pasara nada. El gobierno parece que ahora se está tomando más en serio la necesidad de reducir drásticamente el déficit público, o al menos que no se incremente de algún modo, y aunque no ha conseguido detener la tendencia alcista de la deuda pública, es posible que se dé en las próximas subastas un equilibrio entre disponer de demanda pagando un precio relativamente alto, y mantener cierta estabilidad en ese umbral crítico que nos va a permitir tirar precariamente durante este período valle que se está percibiendo, sin un pseudorescate a la española. Con la entrada de España en el euro en el 2001, los tipos de interés nunca fueron tan bajos, consiguiendo financiarse el erario público con préstamos sin ninguna dificultad. La cosa cambió a partir del 2008, como también cambiamos nosotros a la hora de abordar seriamente el déficit público y otros compromisos que garantizaban la estabilidad de los intereses de deuda. Sigo insistiendo, si queremos ser dueños de nosotros mismos, es decir, no perder cuotas de soberanía, tendremos que pensar en vivir sin que otros nos paguen la “fiesta”, y adaptar nuestro gasto a nuestras posibilidades reales. Hacer más y mejor con menos dinero, así de simple. Hoy se nos fue de mano la “prima” y pegó un batacazo la bolsa, y el gobierno brama para que el BCE compre deuda. ¿Pseudorescate? ¿Y luego qué? ¿Pretender seguir viviendo cómo hasta ahora? Lo dudo.

martes, 17 de julio de 2012

Enhorabuena, a pesar de todo.


Vivir con la incertidumbre permanentemente es una temeridad. Tener que cruzar los dedos para que en el  incierto devenir de cada subasta nuestros bonos no se conviertan en papel mojado es realmente un poco triste. El desatino administrativo parece intocable. Hubo una necesaria reforma financiera, hubo una necesaria reforma laboral, existen muchas otras cosas que hay que tocar, pero que ahora parece que nadie se atreve a hacerlo, pero lo que no es de recibo es que la tan necesaria reforma estructural acabe siendo un tímido ajuste presupuestario con un recargo impositivo realmente severo, y con el alevoso propósito de acudir al rescate de algunas comunidades autónomas aportando liquidez emitiendo deuda pública por un valor de 12000 millones de Euros para evitar su suspensión de pagos, volando sobre todo ello un desajuste del déficit tan bonito como el que se piensa corregir ahora. El gobierno les pide simplemente un tímido ajuste y la promesa de que devolverán la pasta, pero se fía tanto de ellas que ha optado por asumir directamente la deuda, pagando con el dinero de todos los españoles, esperando que la providencia se haga cargo del fin sin que la rebeldía de los “reinos” nos deje sin blanca. En fin, yo creo que nadie va a ser capaz de poner fin al despropósito del gasto que supone el delirio autonómico y la gobernalle de bisutería, valorado en “oro puro”, que es lo que se embolsan todos aquellos que viven muy bien a su cuenta. Pero, ¿qué puede suceder el día en que el mercado deje de comprar nuestra deuda? Exacto, ¿qué pasaría si esos especuladores “malos” que ahora la compran dejaran de hacerlo y nos dieran la espalda?  Hoy estamos de enhorabuena. Afortunadamente hemos colocado miles de millones en emisiones de letras a 12 y 18 meses con una notable rebaja de intereses, y la subasta a 12 meses ha sido a un interés muy por debajo de la subasta celebrada en junio. Lo más bonito es que se ha multiplicado casi por tres  la demanda, y eso para mí es algo que dice mucho sobre el éxito de esta última subasta, a pesar de que la “prima”, el pseudoíndice de moda, sigue con mucha fiebre. A pesar de que tengo la impresión personal de que el gobierno no quiere coger el toro por los cuernos para evitar que las comunidades dejen de ser un lastre para el ciudadano, considero que está trabajando relativamente bien. El ajuste aplazando la paga extra de Navidad a los funcionarios es realmente una muestra de que están hilando fino con los problemas de liquidez que el estado tiene en este momento. Otros ya lo hicieron peor en mejores circunstancias, y el “sindicalismo” y el partido “de los trabajadores” ni mu. En fin, no quiero ser ave de mal agüero, ni quiero crear miedos innecesarios, pero sería interesante que la gente reflexionara sobre la hipotética falta de liquidez del estado para poder abordar el gasto que supone alimentar ese voraz estómago estatal que socaba nuestros bolsillos. Con menos estado nos iría mucho mejor.

viernes, 29 de junio de 2012

Eurobills


A nadie le agrada afrontar la crisis, es decir, perder el tiempo necesario en asentar las bases para que nuestro futuro dependa mayoritariamente de nosotros mismos, asumiendo lo bueno y lo malo que nos caiga, evitando sobre todo el tener que recurrir a los demás para que nos saquen las castañas del fuego. Todo el mundo espera una solución de compromiso que deje a un lado la pesadilla del desencanto, de tener que dejar de conciliar el sueño por tener que contribuir sin contemplaciones al pago de nuestra deuda,  teniendo que asumir que ahora ya no se puede vivir como si no existiera. Hoy el gobierno ha logrado un buen acuerdo, la Bolsa subió espectacularmente y la “Prima”, como era de esperar, se relajó a un nivel más razonable. Ya de paso, podríamos sumar el nacimiento de los Eurobills para socializar con ellos el pago de la deuda de los “insolventes”, y cuando un hermosos país de la periferia no pudiera pagarlos, los más solventes se hicieran cargo de ellos. A muchos la idea les parece fantástica, pero como es obvio, a los que fían no les hace tanta gracia, especialmente a Alemania. A pesar de que estoy convencido de que este gobierno actúa de un modo muy distinto al anterior, tomando decisiones que a la larga favorecerán sin duda alguna la recuperación incrementando la confianza en los mercados, lo cierto es que también tengo la convicción de que seguimos viviendo por encima de nuestras posibilidades. Tengo la impresión de que continuamos sin controlar nuestro déficit público, y de que nuestra economía no despega porque existen factores que no son de índole puramente económico que sumen a nuestro país en una retraso desagradable, siendo muy pocos los que estarán dispuestos a hacer suya la ingrata labor de contribuir resignadamente durante muchos años a intentar mejorar la situación. Los supuestos Eurobills, o bonos que serían emitidos conjuntamente por todos los países de la Comunidad Europea, a corto plazo y compartiendo la responsabilidad de pagarlos, incrementarían la confianza de los mercados sobre la zona Euro, aliviando mucho más la presión sobre esos pseudoíndices que están de moda, como  la prima de riesgo de los países con dificultades. Ahora bien, los Eurobills no podrían emitirse sobre la deuda total de un país, y como deuda a corto plazo no se podría emitir ninguna más, mejorarían así las oportunidades de venta y los intereses pagados por ellos. ¿Cuál es el problema? El problema es que los países “indisciplinados” tendrían que estar sujetos a un rigor fiscal impuesto por los países más disciplinados, y en caso de no cumplir, los que fían no se harían cargo de ello. Teóricamente, el riesgo a quedarse sin liquidez obligaría a los países con problemas a mantenerse dentro de ese marco. ¿Todo esto les recuerda algo? Pero, ¿no teníamos que ser rigurosos con el déficit público antes de la crisis? ¿No teníamos que vigilar a nuestros simpáticos políticos y sindicalistas, que dirigían bancos y cobraban leoninas minutas por gestionarlos "debidamente"? ¿Y si de repente dejamos nuevamente de ser serios? En fin, Alemania se lo huele, y primero tendremos que hacer nuestros deberes demostrando que podemos asumir nuestros compromisos, y después veremos.

jueves, 21 de junio de 2012

Gris


Europa tendrá que dejar de acoger a extraños animales de compañía, o asumir que siempre van a dejar de cumplir lo que se les dice, no por mala fe, sino porque su frívola  naturaleza se lo impide. El perfil de Europa no suele coincidir con el de los países de la periferia. Será difícil que Grecia, aunque apueste por Europa, deje de ser realmente un problema. España lleva camino de cronificar sus males, y ahora, aunque esté a la altura el gobierno de lo que se requiere para salvar puntualmente la situación, lo cierto es que hay que hacer mucho más. Existen problemas que todavía siguen asintomáticos, pero de no poner remedio, arruinarán de nuevo nuestra economía y nuestra paz social. Demasiados jóvenes con una patética formación por el arraigo de un discutible sistema educativo, incapaz de inculcarles el compromiso y el esfuerzo como base indispensable para asumir la responsabilidad de ser dueños de sí mismos. Incapacidad manifiesta para reducir una estructura estatal que es una autentica ruina, anclada en dar cobijo a una increíble cantidad de “distinguidos” que no podrían vivir nunca mejor de otra cosa, por eso se vuelve irrenunciable. Escasa capacidad para poner en cintura las megalomanías de poder de numerosos caudillitos, que suelen disputar su elección a golpe de talonario público con justo reparo en el gasto que asumen, prodigando lo que haga falta para superarse a sí mismos, que deberían de estar muy agradecidos con nuestra simpática Europa, porque a estas alturas todavía no se han enterado de que el origen de nuestro mal es más político que económico. Muchos años de democracia con un continuo desgüeve, donde lo bueno de una sociedad lo comprometieron, por acción u omisión, todos aquellos en los que la gente había depositado su confianza. Por si fuera poco, aquí tenéis al que superará a ZP, ya que pretende mover la locomotora como lo hizo él, pero con el dinero de toda Europa: Hollande. Lean,lean...

domingo, 10 de junio de 2012

Un buen paquete

Rescatar el sistema financiero tiene un precio, quizás desorbitado para un país que va a destinar muchos de sus recursos al pago de la deuda que tiene contraída. Existe también el riesgo de que los mercados dejen de comprar esa deuda, ya que los inversores últimamente valoraban con enorme desconfianza la posibilidad de hacerlo. En este momento creo que no se debe dramatizar el rescate, y aunque a partir de ahora el Eurogrupo estará pendiente de los nuevos ajustes para velar por el pago de la deuda, la enorme ventaja que nos ofrece es que, en este caso, los intereses del pago de la misma serán mucho más favorables que los actuales del mercado. Como ya comenté en otra ocasión, aunque sanear la banca es un requisito indispensable para que fluya el crédito, no es el único, ya que ahora no vale pedir un crédito para que lo concedan sin más, como en muchas ocasiones parecen dar a entender muchos comentaristas mediáticos,  sino que la demanda de crédito tiene que ser solvente, es decir, tan cumplidora como los propias países a la hora de pagar, pero la dañada situación económica de las empresas y las familias harán que esta oportunidad, por lo menos a corto plazo, no sea tan solicitada como muchos esperan. El rescate financiero no computa como déficit, sino como deuda, que los bancos tendrán que devolver al estado, aunque seamos todos los que tengamos que contribuir a pagar los intereses, probablemente con nuevos ajustes.

sábado, 2 de junio de 2012

El despertar


Últimamente me cuesta generar algo de poesía financiera, esos cantos que les brindo tardíamente sobre la incertidumbre de la “pasta”. Todas las mañanas despierto con la radio escuchando una cacofonía de comentarios delirantes, que no cesan de echar la culpa de todo lo que nos pasa a los demás. Hasta en alguna comida que he asistido, se hacía hincapié de nuestra débil condición económica respecto a los países del norte y a una nueva pretensión expansionista de Alemania, al estar urdiendo una trama para la conquista económica de Europa, una conspiración propia del “Nuevo Milenio”. En fin, menos comprometernos seriamente en llevar a cabo las reformas necesarias para reducir apreciablemente el gasto en el sector público, y animar al sector privado a tomar la iniciativa para disponer de un mayor aporte de dinero y reducir así nuestra demanda de crédito en los mercados, cualquier cosa nos vale. El problema es que en Europa nos conocen mejor de lo que creemos, y aunque nos empeñemos en decirles que somos muy buenos, y hacemos los deberes, nadie nos cree. Esto se llama desconfianza, y las curvas de la desconfianza son divergentes, y las viven todos los días los ciudadanos en la radio y en la tele como si fuera un “soul”: la curva de la Prima de Riesgo y la de la Bolsa. Si se fijan, la “prima” va hacia arriba, y la “bolsa de la pasta” hacia abajo. Todo un baile de “ochos acostados” que se revuelcan como en un buen “polvo”, pero que tardan en volverse boca arriba como sería preceptivo, porque el ardiente mundo del dinero no les da un minuto de respiro. En el fondo, Merkel sólo quiere hacernos un poco más alemanes, pretendiendo que imitemos un modelo semejante al suyo, y que aparte de recibir la pasta, recibamos otros atributos que garantizarían nuestro futuro como país, devolviéndonos una serenidad perdida por la incapacidad en los últimos años de mantener la cordura y la compostura económica e institucional. Así, aparte de poder garantizar el pago de nuestras deudas, podremos mantener nuestra calidad de vida sin estar pendientes ansiosamente de la oportuna compra de la deuda por los mercados, rezando para que no se colapsen y nos dejen sin liquidez, que eso sí sería un desastre.

jueves, 17 de mayo de 2012

Los devaneos de la prima



Ya en otro Post comenté los devaneos de esa hermosa prima que siempre se añade al pago de la deuda contraída al pretender financiarnos. En realidad, los hados de la moda hacen notoria “la prima de riesgo” como pseudoíndice económico, no porque sea referente para delatar el estado real de la economía, es relevante porque debemos y demandamos a los mercados mucha pasta, y a la hora de pagar por ello tenemos que hacerlo a un precio desorbitado, siempre y cuando, el “mercado” no se colapse y nos deje sin blanca. Fluctúa continuamente en función de la incertidumbre que genera un país por diversos motivos, en relación a otro mucho más estable y solvente económicamente que se toma como referencia. Aunque no lo parezca, el mercado valora veladamente el riesgo del “terruño” en aquellos sutiles aspectos donde se puede apreciar la solvencia efectiva de una nación, atendiendo a los “burbujeos” generados en el ámbito energético, en el “cultivo de la piedra”, en las megalomanías aeroportuarias y terrestres, en la desconfianza en las instituciones de control monetario, en los dispendios de los “Reales Cantones”, en el “crédito” de nuestro sistema educativo, que es como decir, de nuestro futuro, entre otros. Todo esto converge en la posibilidad de poder hacer frente, en un futuro próximo, al pago de esa deuda contraída para hacer líquido los papelitos que permiten después hacer efectivo el pago de los compromisos del estado. En fin, compararnos con Alemania es siempre embarazoso, ya que los países de la periferia no están ceñidos a la ortodoxia económica y la seriedad institucional que en Alemania todo el mundo asume. Es curioso, que cuando la Comunidad Europea sale al paso abalando la deuda de los países de la periferia, la prima se relaja plácidamente, porque alguien solvente respalda el pago, permitiendo al acreedor conciliar el sueño sin sobresaltos en mitad de la noche. Aunque parezca paradójico, todo esto no me impide dormir tranquilo, al fin y al cabo, considero que no podemos aspirar a más de lo que realmente nos merecemos. Para ser libres y dueños de nosotros mismos tenemos que currar más, responder de nuestras deudas, y no gastar mucho más de lo que necesitamos y, sobre todo, administrarnos mejor con lo que realmente podemos costear. Así de simple.

domingo, 13 de mayo de 2012

El penúltimo secreto


Las finanzas tratan de las condiciones y la oportunidad para conseguir dinero, de  sus usos, y de los pagos e intereses que se cargan por su compra y venta. “Mi adversario es el mundo financiero” (François Hollande). Si el “adversario” (muchos lo traducen como “enemigo”) permite que hoy dispongamos de liquidez para hacer efectivas nuestras nóminas, ¿quién lo hará luego?  Miren el vídeo. ¿Racionalidad o demagogia?
 Si estas palabras las pronunciara algún que otro dirigente populista iberoamericano, diría que son una auténtica demagogia. Nunca esperé yo de un dirigente europeo, ni siquiera en un mitin de precampaña, el “poético” pronunciamiento que dedicó Hollande al “Sistema Financiero” en este vídeo. Es lógico que mucha gente desconozca la importancia del sistema financiero en la economía moderna, porque, entre otras cosas, la información que reciben sobre él lo hacen a través de medios que sólo ofrecen la opinión de melifluas boquitas de encantadores políticos como éste. Es tan importante el sistema financiero, que el desempeño deficiente del mismo, es decir, el transferir mal el dinero de quién no lo necesita a quién lo hace productivo, es la principal causa de pobreza en la mayoría de países del mundo. Economistas nada sospechosos (esto lo digo para los “progretas”) como Stiglitz, comparan el sistema financiero, nada más y nada menos, como el cerebro de la economía. En esto le doy la razón, ya que las familias, las empresas y los gobiernos, dependen del sistema financiero para satisfacer la demanda de dinero que requieren, reubicando el capital de quien no lo necesita hacia donde es más efectivo o produzca mayor provecho, devolviendo a cambio una mayor rentabilidad. Cuando el sistema financiero sufre un desplome pocos pueden conseguir dinero, produciéndose una crisis, perpetuándose al ser muy difícil romper el círculo vicioso entre la demanda de dinero y la incapacidad para poder ofrecerlo, al no poder generarse con la actividad económica recursos suficientes para poder superar el pago de la deuda pendiente. En fin, a Hollande, hoy Presidente de Francia, le deseo lo mejor, como no podía ser menos, y ojalá tenga que reírme de todas las chorradas que escribo al descubrir con él una nueva visión de la economía que nos sacara rápidamente de la crisis. ¡Uuuummmm!!! Tengo mis dudas, y espero que con él, al menos, no vayamos a peor. Yo no vivo por el dinero, pero lo necesito, como todos los “hombres normales” como Hollande.

sábado, 5 de mayo de 2012

Angustia: la justa

La incertidumbre es la reseña que pesa sobre la economía de nuestro país. La falta de elementos que puedan mostrar veladamente  la tendencia económica en un futuro inmediato nos mantiene en vilo. Tanto los ciudadanos, como los inversores, como los mercados, esperan ansiosamente que salgamos del coma buscando algún elemento discontinuo en el trazo plano que describe últimamente la actividad económica. A mi juicio, la crisis, como forma genérica de describir una situación económica y social embarazosa e inestable, mutó hacia una crisis de deuda. Los bancos ya no pueden financiarse comprando deuda pública debido a la depreciación de la misma, y ahora compran deuda para contribuir de alguna manera al lenitivo estatal, actuando como auténticos “patriotas de hojalata”. Los bancos tienen que transformar en moneda la enorme cantidad de activos que tienen en forma de bienes inmobiliarios, y ahora tendrán que hacerlo sin demora, ya que en este momento no pueden pensar que el contribuyente vaya a compensarles la mengua de su valor en el mercado, teniendo que  “comerse con patatas”  las pérdidas derivadas del riesgo asumido al conceder los créditos hipotecarios con escasas garantías para reembolsarlos. En fin, el gobierno va a obligar a los bancos a disociar los activos líquidos de los “impalpables”, obligándoles a crear unas entidades paralelas para que puedan transformar los activos inmobiliarios en billetes, sin distorsionar la realidad financiera como hasta ahora se sospecha. Así, teniendo que venderlos al precio que ahora la gente está dispuesta a pagar, se destapará el velo de desconfianza que actualmente pesa sobre las entidades financieras, al tener que presentar ahora balances seguros sin activos que se han depreciado enormemente, y que todavía no se han liquidado. Asumir un poco de ansiedad para gestionar la incertidumbre es inevitable, y pronto, con las reformas adoptadas, es posible que superemos el trance.

jueves, 19 de abril de 2012

La paradoja de la credibilidad



No deja de ser paradójico que cuando un dirigente político es capaz de comprometer su poltrona, su programa electoral y, en suma, su “credibilidad”, por no abdicar de su responsabilidad cuando las circunstancias lo exigen, es cuando realmente merece el sueldo que se le paga. No es fácil abordar la situación actual, y la providencia no acompaña al Presidente en este momento, pero la alternativa, es decir, la oposición, fina estampa del régimen zapateril, la veo realmente incapaz de ofrecer una solución mejor. “Recortar o no recortar”, cita ineludible del soliloquio de la crisis, ofrece un juego ambivalente según "saque" el gobierno o la oposición, y aunque la oposición puede manejar sin compromiso alguno que lo resuelve todo sin ningún recorte, lo cierto es que la precariedad y la miseria se fue adueñando del país durante su mandato. Quizás esperaban que el tiempo se hiciera cargo del fin, estando a la expectativa para que la oportuna casualidad brindara un mejor apaño a la hora de dar cumplida cuenta del fiasco provocado. Sólo nos quedan dos opciones: la austeridad o la quiebra. Recortar de forma selectiva, menos traumática, es la única respuesta a nuestra incapacidad para generar recursos para superar los límites que la deuda impone. Ahora sí deberíamos mirarnos a un espejo, e intentar reconocernos a nosotros mismos con un rostro más humilde de lo que realmente creíamos tener, al fin y al cabo, antes nos crecía el morro a mayor ritmo que los billetes.