sábado, 14 de septiembre de 2013

Se acabó. Adiós, y gracias

    Esto es todo amigos. Se acabó. Gracias por haber comprometido algo de su tiempo en la lectura de este blog. Como ciudadano, libre y anónimo, sólo me queda la duda de saber si un país como éste realmente merece dos líneas más. En fin, otra vez será, pero ya no de este tema.

Gracias.
Iam Salty Blog.

lunes, 26 de agosto de 2013

Sobre la deuda y el PIB

Siempre me he preguntado si acumulando cierto nivel de deuda un país pudiera dejar de pagarla. Es cierto que se usa un ratio entre la deuda pública y el PIB para conocer, de forma muy genérica, cuanto tiempo invertiríamos en pagar esa deuda dedicando todos los bienes y servicios generados en un año. Actualmente este ratio está al 90%, o sea, que la deuda acumulada equivale al 90% de los bienes y servicios generados durante un año, es decir, al 90% del PIB (Producto Interior Bruto). Es obvio que no destinamos todo a pagar la deuda, pero es cierto que si el PIB mejora, los impuestos recaudados son mayores, permitiendo hacer frente a la deuda pública con mayor garantía. Me tranquiliza saber que en alguna ocasión hubo países con más del 200 % del PIB en deuda pública (países víctimas de una guerra), y en un plazo muy razonable la dejaron al 50% del PIB. Todo esto parece estar más ligado a nuestra credibilidad en los mercados financieros para poder hacer frente a los pagos de deuda durante un período de tiempo concreto, y a la necesidad de liquidez para poder afrontar gastos puntualmente, que a la posibilidad real de quiebra o insolvencia de un estado. Si mejora la economía aumentará el PIB, y si además se controla el déficit público, mejoraremos notablemente la perspectiva que los mercados tendrán de nosotros para afrontar los pagos de esa deuda pública acumulada.
Imagínense, grosso modo, que una persona llamada Maravillas tiene un PIB de 24000€, es decir, lo que gana en todo el año, y una deuda acumulada de 21600€. El ratio deuda/PIB es de 0,9, es decir, el 90% del PIB, o aproximadamente 11 meses del año para pagarla, dedicando todo el PIB a ello. Además del PIB, tendremos que tener en cuenta el déficit público y los intereses. De forma simplificada, para poder hacernos una pequeña idea de las cosas, si dedicamos ¼ del PIB a pagar la deuda, a un interés del 6% y con un déficit público del 3% anual, necesitaríamos aproximadamente 6 años para pagarla. Si los intereses y el déficit son menores, y además la economía mejora, es decir, aumenta el PIB, el ratio caerá apreciablemente. En fin, espero que excusen mi atrevimiento con el cálculo, pero creo que nuestra imagen como país mejoraría si lográramos bajar el ratio entre deuda y PIB, pero, sobre todo, podríamos hacer líquidos los papelillos con mayor facilidad cada vez que los recursos que demandemos escaseen. Eso creo.

miércoles, 14 de agosto de 2013

La fe es una cuestión de confianza

Quien crea que la mentira pueda desaparecer en muchos ámbitos sociales, como los de la política o la justicia, por ejemplo, es un auténtico ingenuo. Muchos filósofos justificaron la mentira en aras de preservar una estrategia o para no comprometer a la diplomacia,  pero la necesidad de creer y apoyarnos en un pilar seguro para no zozobrar en la crisis me obligan a aceptar las “contradicciones” del presi antes que confiar en la “verdad” del de Soto del Real y en la línea editorial de El Mundo. Sobre lo que se cuece en las intimidades de los partidos respecto a su financiación, realmente sólo lo saben ellos, pero dudar sobre sus cuentas, sus sobresueldos o gratificaciones, parece que no se le escapa a nadie. De todos modos, la fe es una cuestión de confianza, y mientras esa confianza no sea quebrada por el excelente equipo judicial que lleva el caso, en cuestiones de fe no me meto, y está en ustedes creer lo quieran sobre ello.
Hoy la confianza está en la calle, en esa percepción de mejora económica que nadie puede ahora negar, y que yo percibí de forma inequívoca durante mis vacaciones. Los bares y establecimientos que cerraron el año pasado, abrieron de nuevo. Los comercios trabajaban a todo trapo, y estaban abarrotados de gente. El bullicio de la calle me inspiró una confianza que no puedo describir, y que hacía mucho tiempo que no percibía.
Fuera de mi percepción subjetiva, los datos son los que son. El tesoro público acudirá a los mercados de un modo más relajado de lo que lo estaba haciendo hasta ahora, reduciendo el volumen mensual de emisiones aproximadamente en un tercio, ya que se ha cubierto más del 75 por ciento de las necesidades de financiación de este año. Y aún más, la volatilidad del bono español estuvo casi como la del bono alemán, y esa ausencia de oscilación lo delata como un activo financiero que tiende a la estabilidad haciendo también que el retorno sea más predecible. El IBEX sube y se instala a niveles de máximos anuales, en torno a 8700 puntos,  siendo los mercados alcistas los que parecen dominar la situación. La economía alemana tiene, como no podía ser menos, una dirección bien definida, y la periferia europea sometida a cintura no para de ofrecer noticias positivas, como la de nuestra prima de riesgo, que define el diferencial a 10 años respecto al bono alemán, que lleva cayendo hasta niveles del 2011, en torno a los 270 puntos básicos. Por si fuera poco, el IPC descendió a la mitad respecto al mismo período de tiempo en el año anterior, y el paro descendió paulatinamente durante los últimos meses, más allá de la estacionalidad acostumbrada. Las medidas tomadas están dando frutos, y no me cabe la menor duda que contribuirán a mejorar mucho más la situación. La necesidad de creer puede ser un síntoma de fuerza o de debilidad, y eso, a mi juicio, dependerá de como nos vayan las cosas económicamente. Lo demás queda en manos de la política de bisutería.

lunes, 22 de julio de 2013

Como comer un "marrón"

    Siempre me ha fascinado el amplio sentido común de la “generalidad social”, de esa maravillosa grey, humilde y sencilla, que sufre en silencio los devaneos de la historia, eso que generan los “carismáticos” y simpáticos líderes que alimentan su ego con la megalomanía del poder a cuenta de todos nosotros.
    Pretender salir medianamente bien parado de una crisis pasa siempre por ofrecer lo antes posible información sincera y veraz sobre el “marrón” que se ha cocido, disculpando lo ocurrido, reconociendo los errores y, sobre todo, dar cumplida información sobre el asunto antes de que los rumores se asienten como indiscutibles verdades. Recuperar la credibilidad nunca es fácil, pero para reparar el fiasco se puede empezar por intentar explicar lo que pasa y lo que se pretende hacer para evitar que se repita, apuntalando los primeros resquicios de una renovada confianza.
    Eso es lo que posiblemente hubiera hecho yo, y lo que el sentido común me dicta, pero es difícil que yo incurriera en las inexplicables torpezas que nos suelen brindar los líderes de la manada en este país. Hablando de manada, poner al más macho de todos administrando los billetes es tremendamente arriesgado, ya no sólo porque se lleve él la pasta, sino porque acaba siendo el auténtico líder al manejar cuando quiera, con miserables dádivas, a los que se dejen seducir por el exquisito olor del parné.
    En fin, estoy tan perplejo por lo que pasa en este país que si me lo cuentan no me lo creo, y a su vez, curiosamente, estoy tan intrigado en conocer como acabará el melodrama que no me pierdo ningún capítulo.
    El sentido común de la gente no perdona, y los que se pasan de listos suelen acabar mal, por muy astutos que se crean, aunque haya media nación que se ruborice y la otra que se parta el culo a su cuenta. Es una pena, y quizás ya tarde para una explicación verosímil sobre lo que despacha el “Bar Cenas”, donde ahora sólo abre los domingos para servir platos fríos, como lo demanda toda vendetta que se precie.

miércoles, 17 de julio de 2013

Más de lo mismo

    Es curioso, pero la solución a nuestro grave problema del paro parece ser que pasa por comprometer más dinero de la Europa razonable. En fin, pocos cuestionamos lo que ahora bendicen juntos el gobierno y la oposición, y parece ser que “convencieron” a la Europa solvente de que regando puntualmente con la “pasta gansa” de todos el seco panorama del paro, el trabajo brotará sin más. Nadie piensa en el abono y en los nutrientes básicos que la tierra debe contener para que con el dinero “fácil” se asiente el futuro. De repente, tanto al gobierno como a la oposición les apremia sacarse de encima la lista del millón de parados juveniles, haciendo creer a todo el mundo que con los 6000 millones cualquier cosa es posible.
    En la mayor planicie de ninis de Europa, ese neologismo en el que cabe todo aquel que renuncia a cualquier compromiso y esfuerzo por superar su propia condición, pretendiendo vivir negándose a asumir cualquier iniciativa que les lleve a hacerse dueños de sí mismos, sólo queda la pasta, esa pasta bonita que parece fluir como el viento a pesar de que somos los parias de la comunidad. No vale de nada la pasta sin el compromiso y esfuerzo de una sociedad por superarse a sí misma, y no vale ninguna escuela del Universo para quien se niegue a estudiar. Yo soy tan escéptico como Merkel, y la cultura del trabajo es una cultura de vida, es algo que va más allá de que el estado, el partido o el sindicato, capitalicen un aspecto vital que depende en gran medida de nosotros mismos, del trabajo duro, del compromiso y del esfuerzo, que cada uno de nosotros pueda empeñar para resolver su propia vida. En fin, más de lo mismo.



viernes, 14 de junio de 2013

¡ Menuda Pesadilla !

     Una inquietante pesadilla desbarató el reparador sueño que inicié después de escribir el anterior post. Quizás los anarquistas de mi barrio no estén exentos de razón cuando manchan las fachadas afirmando: "la conciencia no genera monstruos cuando sueñas, sino cuando duermes". Mi hermosa gatita, que suele dormir a mi lado en mi cama, lamió mi mano y me susurró: “no todos los empresarios cumplen, los hay desaprensivos y usureros, y más de los que tú te crees”. En fin, totalmente de acuerdo con ella; aún más, sufrí yo algo de eso y acabó en tragedia. A pesar de todo, no puedo criminalizar a un colectivo social tan importante porque, obviamente, no puedo presumir de que la mayoría sea así. Si en este país lo de criminalizar y politizar las cosas fuera a menos, muchos problemas dejarían de serlo.
    En todo caso, le comenté a mi gatita que la pesadilla que comprometió mi descanso era mucho más turbadora. Tenía la impresión de que yo giraba al ritmo de un engranaje que lo movía todo. Movía las estrellas, los planetas, me movía a mí y a la demás gente, y con ello eran arrastrados los coches y la economía y la escuela y todo lo que yo ya no podía abarcar ni definir; lo movía todo como si fuera un sistema de transmisión infinito, donde el lento, pero inexorable devenir del tiempo, escondía en cada giro el último axioma de nuestra existencia: un círculo vicioso que nos condenaba a todos a reiterar lo vivido entre cada ciclo inicial y final del cosmos. Me sobrecojo puntualmente cuando tengo la sensación de que las cosas no suceden porque sí, sino que hay una fuerza que arrastra a las personas más allá de brindarles una opción, y sin saber por qué, de repente acaban contemplando el escenario tragicómico de su vida desde una cuneta, fuera del plácido trazado vital que uno espera poder disfrutar. Hoy ni siquiera sé por qué escribo realmente todo esto, pero quizás lo hice porque sea importante, entre otras cosas, disponer de algo de dinero en el bolsillo, aunque para ello tenga que moverse una noria que desborde los límites de nuestra imaginación. Algún día las cosas volverán a ser como eran, y la pasta fluirá como el viento para poder alimentar la comedia cotidiana en la que estamos felizmente inmersos.

domingo, 2 de junio de 2013

Sobre lo mínimo

Tuve siempre la impresión de que la falta de libertad económica condiciona la severidad de la crisis en la que estamos inmersos en este país. Mi percepción es que aquí, en general, giró la economía haciendo caso omiso a los indicadores de eficiencia que siempre nos delataban como un país con un rendimiento muy por debajo de lo que nos identificaría como realmente serios. Es difícil que alguien pueda emplear a otro a un precio superior al que puede ofrecerle, y aunque al numerario sindicalismo vertical que padecemos le cueste entender lo que digo, si el salario mínimo se establece muy por encima de la productividad que pueda generar un trabajador, tengo la convicción de que la mayoría de los trabajadores acabarían en la calle. Siempre habrá una España de delirio que hábilmente distorsionará la realidad, señalando como causa de todo mal esa depravada razón empresarial que tiene como único objetivo el afán de lucro y, por extensión, la iniquidad por excelencia, ese capitalismo “aterrador” que tanta “mala” vida nos viene dando durante tanto tiempo. Esto es de consumo interno y, quizás, por desconocer el socialismo, es triste que haya gente que todavía se lo trague. Cuando yo empecé a trabajar no tenía salario mínimo. Era músico de baile y, tanto yo como mis compañeros, cobrábamos lo que trabajábamos. En ocasiones, firmábamos con el contratista un sueldo por cierto tiempo a cambio de que él dispusiera de nosotros para trabajar, y siempre que nos garantizara el sueldo pactado, obviamente sacaba también partido de este negocio. Los empresarios con los que he trabajado cumplieron como lo hicimos nosotros, y siempre estaré agradecido por la confianza y la oportunidad que nos brindaron. Fue mejorando día tras día el resultado económico de la música, y fue a costa de nuestro esfuerzo, compromiso y tenacidad, pagando la gente cada vez más por los buenos momentos que les ofrecíamos. La eficiencia está en el curro, más compromiso y esfuerzo, mejores resultados y mayor sueldo. Así nos lo currábamos, y así es como creo que debieran de ser las cosas inicialmente, sin trampa ni cartón. No conozco a nadie que no superara en el tiempo el sueldo “mínimo”, pero establecer un salario por ley por encima de lo que los empresarios pueden realmente ofrecer, a mí no me cabe la menor duda de que muchas oportunidades de trabajo se acumularán irremediablemente en las oficinas del paro. En los Estados Unidos de América también todo esto está a debate, y aquí les dejo esta interesante página web para enterarse del tema. Por favor, insisto, no confundan la estafa y el alegre albedrío hipotecario con el capitalismo, porque el capitalismo por virtud es hacia donde converge una sociedad siempre que sea libre.

lunes, 20 de mayo de 2013

Rub, ni la UE te quiere escuchar

Tengo la sensación de que el líder de la oposición, el señor Rubalcaba, no se entera absolutamente de nada. Realmente es una auténtica temeridad pretender ser protagonista de la economía generando ocupación sin estructura productiva, echando mano de la misma estrategia que siguió su desastroso correligionario ZP. Dice que falta crédito, que la Comunidad Europea debería comprometer un sinfín de millones más para satisfacer su peculiar forma de entender la economía para reducir el paro, todo ello llevándonos finalmente a un rescate seguro, ya que la pasta no vendría del aire, e incrementaría hasta la locura nuestra deuda pública. ¿No hay créditos? Sí hay créditos. Lo que no puede ser es despacharlos con la alegría que se hacía antes, socializando el riesgo que supone otorgarlos a gente que luego no puede garantizar pagarlos, generando una bolsa de impagos que hoy no sería más que otro estrepitoso escándalo. No hay que desesperar. La sociedad española empieza a entender la economía mucho mejor que cualquier socialista que pretenda hacerla girar a través de dilapidar el erario público, asumiendo compromisos y riesgos propios de esa iniciativa privada que tanta falta hace, alejada de la sinecura o mamandurria promovida desde el poder, que generará, poco a poco, un tejido productivo solvente, que se haga a sí mismo aceptando enteramente la responsabilidad y el riesgo que conlleva su negocio. En suma, lo que necesitamos son héroes, que ahora por desgracia serán de necesidad, ya que la gente que deje de trabajar, por la razón que sea, no le quedará más remedio que agudizar su ingenio y tomar su propia iniciativa, echando mano del potencial de sus aptitudes para poder contribuir a su supervivencia y, en total, también a la de todos. Afortunadamente, la Comunidad Europea se desentiende de su idea, y la humildad pasa por una autocrítica que nunca llega en este socialismo de bisutería, donde el líder de la oposición tuvo una enorme responsabilidad en el fiasco heredado del pasado al lado de ZP.

sábado, 27 de abril de 2013

El trabajo no se compra

Los gobiernos no crean empleo, a lo sumo, parecen sentirse obligados a promover políticas destinadas a facilitar la iniciativa a todos aquellos que quieren comprometer su dinero para crear su propia empresa o negocio. Perdón, ya me gustaría que fuera así. Yo me conformaría con que no metieran mucho las narices donde no deben, y que no le complicaran tanto las cosas a la gente en este tema como lo suelen hacer habitualmente. Lo que aquí acostumbran a llamar “Políticas Activas de Empleo”, suelen pretender mantener la ocupación a cualquier precio, socializando ampliamente los riesgos de cualquier iniciativa de trabajo que se preste, sin importar mucho que el déficit que esto pudiera generar fuera más allá de lo que sobre cualquier empresa o negocio se puede asumir. No suele haber delirio laboral que no cuente con la prodigalidad del político de turno, tanto de izquierdas como de derechas. La subvención es el pecado capital de este país. Es algo así como un contrasentido. Un país que compra el trabajo es como un infeliz que tira del cajero para comprar el amor. Al final, siempre acaba sin pasta y sin tía, y en el ámbito laboral, sin blanca y sin chollo, y en el económico, además con deudas. Lo que para mí está claro es que es un mal negocio; de hecho, paradójicamente, donde se tira del teto para prodigar este tipo de políticas, doblan el paro de las más solventes. La oposición, fina estampa zapateril, sigue erre que erre manifestando que hay que endeudarse más, ciega frente a cualquier límite, pensando siempre en el efecto de la inmediatez, por supuesto, hasta que nos quedemos sin blanca. La mayoría de los negocios que actualmente están consolidados son los que nunca han arraigado detrás de una subvención, los que florecieron con el mimo, la tenacidad y el esfuerzo, de gente que asume compromisos que ningún dinero público puede conseguir. La economía arrancará cuando las empresas y la gente comiencen a finiquitar sus deudas, volviendo a disponer de un margen de liquidez que les permita gastar y mejorar sus negocios, solicitando créditos que sí luego podrán pagar. También arrancará cuando el estado se comprometa a gastar menos de lo que ingresa, y pueda saldar sus deudas sin someter a la sociedad a una especie de régimen confiscatorio que anula el incipiente margen de solvencia que familias y empresas empiezan a manejar. Mejorará también haciendo un poco más atractivo al capital productivo las condiciones laborales y fiscales, asumiendo que habrá que trabajar más y mejor, reiniciando el sistema contribuyendo todo el mundo a la mejora de las cosas, con sacrificios que hasta ahora desconocíamos, pero inevitables si realmente queremos garantizar nuestro futuro. Comprar el empleo no es la solución.

jueves, 28 de marzo de 2013

Quema de la bandera de la Unión en Chipre

Yo contemplo atónito la quema de la bandera de la Unión Europea en Chipre, muy cerca de donde se estaban descargando los millones de euros que la Unión aportaba para que ese país, en quiebra de facto, pueda disponer de liquidez. ¿Cómo es posible que no se muestre un mínimo de respeto hacia aquellos que aportan su capital para evitar la ruina, cuando nadie, en su sano juicio, aportaría un duro a países gestionados como lo ha sido Chipre? Incluso sus ciudadanos, si pudieran, sacarían cagando leches la pasta del país ante el riesgo fundado de que pudieran quedarse sin un duro. ¿Y esto es culpa de Merkel? Por favor, precisamente la solvencia alemana está evitando que la periferia de Europa, incluida Chipre, pudieran quebrar realmente. Imagínense ahora volver a las antiguas monedas devaluadas al 60 o al 70 %, con el paro actual multiplicado por dos, la suspensión de pagos del estado, la aparición de una hiperinflación que convertiría el sueldo de funcionarios y jubilados en una auténtica risa, bajo el renacimiento del trueque y las cuasimonedas, es decir, papelitos que dicen valer algo, y que su valor dependa de si algún ingenuo “mercado” los reconociera. Además, miseria y violencia por todas partes. Miren en las hemerotecas lo que ocurrió en Argentina en el 2002, que a golpe de inventar nuevas “monedas”, como “patacones” y “quebrachos”, sobrevivieron como pudieron, pasándolas putas, embarcando incluso al mismísimo FMI.
Hoy la mitad de Europa debería de besarle el culo a Merkel, y si a alguien debieran de regañar sería a los gobiernos de sus países, o a los gobiernos anteriores que han comprometido la solvencia de la “periferia”, simplemente porque a ninguno le agradaba asumir compromisos y responsabilidades que comprometieran su poltrona, abandonando en la estacada a sus súbditos desatendiendo los problemas económicos y financieros, esperando que el albedrío del tiempo les diera discretamente fin sin comprometer un voto. El resultado lo sufrimos todos.


martes, 26 de marzo de 2013

Finanzas saludables para dummies

Para el que no lo entienda. A unos les “sobra” la pasta y no saben muy bien qué hacer con ella, pero necesitan ponerla a rentar para que su valor no decaiga; a otros les hace falta para poder financiar sus iniciativas de trabajo y de progreso. El sistema financiero permite que la gente que “no necesita” el dinero lo ponga a disposición de quien lo precisa, a cambio de un pequeño beneficio, brindando así la oportunidad de desarrollo a países que de otro modo estarían condenados a la miseria. El sistema financiero es tan importante, que cuando funciona mal, la miseria aparece por doquier. ¿Cuál es el problema? El problema reside cuando un país que tiene que gestionar el dinero prestado por otros lo administra mal, dejando de ofrecer garantías para poder pagar sus deudas, no encontrando luego a nadie que esté dispuesto a brindarle la oportunidad de financiarse. Aquí reside la esencia de la cuestión, y ése es el único abismo que separa realmente a unos países de otros. Unos asumen la ortodoxia económica que les permite ser solventes, y otros parecen ser incapaces de entender que tienen que garantizar el pago de la deuda que contraen cuando piden prestado el dinero que necesitan. Los países de la periferia tienen que asumir las reglas del juego a la hora de barajar los billetes, y cuando la partida no sale a su favor porque no han sabido jugar bien, deje de tener valor el psicodrama que montan dando sentido, e incluso, haciendo rigor de ley, a todo tipo de demagogia para intentar colar o “socializar“ el fiasco a los demás, pretendiendo tensar el juego hasta el límite en que el “crupier” pueda cerrarlo, al percibir que acabará la “diversión” con menos pasta con la que se inició. Así de simple.

jueves, 7 de marzo de 2013

El monedero sonajero

Me costó mucho llegar a final de mes. La insalubridad de mi hermosa gata desbarató toda pretensión de un exiguo ahorro. Además, pagué cuatrocientos euros por pretender disfrutar de un invierno algo más cálido de lo habitual. Pocos se libran de una “clavada”, la eficiencia energética es para muchos asumir la precariedad y administrar la miseria, hermoso legado de políticas que no han sabido aunar lo “verde” con lo que realmente el bolsillo del ciudadano puede pagar. En fin, mi sueldo también cayó, y sin la paga extra me desespero para poder hacerme con un remanente que pueda librarme de una eventualidad o pagar el recibo pendiente de algún seguro. Económicamente es difícil “mantener el tipo” para un asalariado, pero tampoco es fácil para cualquier otro paisano. El haber gestionado mal el estado durante muchos años, y el haber pretendido ocultarlo solicitando nuevos créditos para hacer frente a la deuda acumulada, ha hecho mella en toda la sociedad. Un monstruoso estado, que administra el cincuenta por cien del PIB, siempre nos expondrá a la quiebra cuando alguno de los adláteres del poder de rienda suelta al monedero de aquella caprichosa forma en que se vino haciendo hasta ahora. Es paradójico que todavía siga temiendo el advenimiento de la izquierda, cuando la derecha transfiere sin reparo el peso de la crisis a los que todavía, con su trabajo y esfuerzo, pueden aportar liquidez para solventar el fiasco.
¿Qué podemos temer? La izquierda de este país parece dar a entender que de la chistera salen los billetes, y que el milagro de los panes y los peces acabará siendo una auténtica risa. La “siniestra” aprovecha la gran oportunidad que le brinda la “diestra” para dar rienda suelta a su moralina dineraria, para barruntar contra un sistema que no ha tratado a nadie con tanto esmero como a partidos y sindicatos, pero curiosamente no por tirar algunos la primera piedra dejan de estar exentos de “pecado”. La izquierda española no tiene criterio económico que garantice el futuro de nadie, y a  pesar de que encuentran razones para dar lecciones morales a los “otros”, eso realmente no tiene nada que ver con nuestra realidad económica. Pese a la quiebra técnica, seguimos siendo solventes porque el gobierno compromete su poltrona con impopulares medidas para poder garantizar el pago de los créditos que nos mantienen en pie, y si gobiernos futuros no son capaces de entender esto, lo podemos pasar bastante peor de lo que lo estamos pasando ahora. Por cierto, las banderas que exhibe en la calle la “ejemplarizante” izquierda son preconstitucionales, y no representan a nada mejor que a la modélica convivencia que venimos disfrutando durante los últimos cuarenta años. Para mí son transparentes.

sábado, 9 de febrero de 2013

La pota empieza a hervir (Parte II)

      En fin, unas malas fotocopias pueden cambiarlo todo, y aunque rico de repente, o heredero, o mala gente, y donde dije digo, digo Diego, y a río revuelto, ganancia de pescadores, el delirio está servido. Así, sin reparo alguno, entregados a la acreditada “justicia” impartida por los grupos mediáticos, a la oportuna agitación promovida por la demagógica e intelectual y políticamente insolvente izquierda, que nos dejó "en bragas”, y  al albedrío de un gobierno con una incuestionable mayoría, que parece sólo comprometer haciendo pringar con la crisis primordialmente a nuestra sufrida clase media, pretendemos superarnos.
    Tuvimos que llegar a cinco millones de parados para abordar urgentemente las reformas que debían de haberse hecho en un momento más oportuno, intentando evitar que las empresas fueran dejando de brindar oportunidades de trabajo a medida que las dificultades para ofrecerlo eran mayores. Hay algo más, fuera del contexto puramente económico, que condiciona que se traduzca directamente en puestos de trabajo la mejora de las cosas. A mi juicio, la esencia del tema se oculta detrás de un término que fue colándose sigilosamente en nuestra sociedad, y que está malográndolo todo: el desarraigo.
    Cuando yo estudiaba, la educación pretendía algo más que lavar la cara estadísticamente a nuestros políticos, y los aprobados y suspensos iban curtiendo nuestra estima para acercarnos a una realidad futura que nunca se presentó fácil para nadie. Creo que es la primera vez en la historia de nuestro país que una generación nueva no “humilla” intelectualmente a la anterior. ¿Cómo van a poder buscarse un puesto de trabajo muchos jóvenes, si no entienden lo que les dices? ¿Cómo van a superarse cada día si el esfuerzo, la tenacidad y el trabajo duro, es desconocido para muchos? ¿Cómo van a comprometerse en algo más que consigo mismos si viven en un país casi expatriado, enzarzados siempre por su bandera?
    Trabajar como camarero o músico en un festivo, reparar cachivaches cuando en alguna ocasión se requería, ganarnos la vida como podíamos, e incluso pretender pagar con ello los estudios, era para toda mi generación una gran oportunidad. Y así, inmersos en la vida real, alejados de la televisión, el botellón y la discoteca, intentando mejorar un poco cada día sin pretender hacerlo a costa de los demás, llegamos aquí. Brindar oportunidades no basta, es preciso estar preparados para saber aprovecharlas.
    En fin, cuando el pilar educativo no se sostiene, la espiral del desarraigo comienza, desbaratando las escasas oportunidades que una sociedad en crisis comienza a brindar a todos aquellos que ahora desesperadamente lo necesitan.
    Muchos ríos de tinta tendrían que correr para poder explicar lo que realmente nos pasa, pero un modesto blog sólo pretende despertar la curiosidad procurando evitar que no genere muchos problemas, especialmente para el que lo escribe.

sábado, 2 de febrero de 2013

La pota empieza a hervir (Parte I)

El contexto económico empieza a hervir, y nadie puede negar que algo está cambiando. El fantasma del “rescate” se aleja, y los “pseudoparámetros” económicos que tanto dieron que hablar durante mucho tiempo, como son la prima de riesgo y el índice bursátil, han enmudecido notablemente en el ámbito mediático, dejando de ser el macabro baile de cifras que marcaba el ritmo cotidiano de una incertidumbre asfixiante. Sin poder rehuir que la prima de riesgo y el índice bursátil son inicialmente el rostro de la confianza, existen otros parámetros más prosaicos, pero quizás más importantes, que manifiestan una apreciable mejora. Por ejemplo, la voracidad con que se tragan nuestro “papel” fuera de nuestras fronteras está abaratando la financiación del estado, y tal es la facilidad con que despachamos los bonos a largo, medio y a corto plazo, que se dice que actualmente está cubierto más del diez por cien de lo que se pretende colocar en el 2013. El sector privado, tanto empresas como bancos, están financiándose ahora incluso mejor que el sector público. Hace un año muchos bancos de nuestro país ni siquiera podían salir al mercado, pero ahora ya lo hacen varios de ellos. Las dos palabras claves que animan la fiesta son la confianza y la rentabilidad. En un sistema globalizado donde en todo el mundo se cuecen habas, buscar sacarle más partido a una inversión parece ser el secreto que atrae nuevamente inversores foráneos a nuestro país, en gran medida por las reformas adoptadas por el gobierno actual. Hay dos preguntas que me resultan obvias: ¿Por qué no se materializa directamente en puestos de trabajo todo esto ? ¿Habría menos paro que el que hay actualmente si este país quebrara, es decir, si no se hubieran adoptado las impopulares medidas que el gobierno actual implementó?

miércoles, 9 de enero de 2013

Indigentes. ¿Sí o no?

Evitar la quiebra no es fácil, sobre todo cuando la falta de recursos es un hecho, y en las circunstancias actuales, poner empeño en saldar las deudas contraídas por los excesos económicos consumados anteriormente es muy importante, ya que sin ello dejaríamos de ser solventes como país. ¿Qué es la solvencia? La solvencia no es, ni más ni menos, que la capacidad que tiene un país de mantener su liquidez y de pagar sus deudas a su vencimiento. Ahora somos un reino que no sabe de dónde sacar los recursos para poder hacer frente a sus obligaciones y a todo aquello a lo que nadie quiere renunciar, pero sin una buena administración de lo poco que se tiene, nada será posible. ¿Por qué? Porque si no pagamos las deudas nadie nos fiará un duro para poder disponer de dinero en efectivo y garantizar de alguna manera esas cosas que aquí antes eran normales, pero que ahora casi se han convertido en un lujo, aunque las sigamos pagando todos. Esto no es más que un círculo vicioso, que se convertirá en virtuoso si somos capaces de resolver nuestros problemas con lo que tenemos, siendo obligada la austeridad, la buena administración, las reformas pertinentes para poder sostener el “sistema” y el pago inexorable de lo que debemos.
    Parafraseando a James Allen, las circunstancias no hacen una nación, sino que delatan realmente como es. Un país que no se revela contra la crisis abordándola como una oportunidad para superarse a sí mismo, acabará siendo un país cautivo de su propia indigencia.