miércoles, 3 de junio de 2020

Tecnología e ideología


El hombre es humano porque crea tecnología. Llegamos hasta aquí, a este paraíso, a esta vida plácida nunca vivida anteriormente, gracias a la evolución tecnológica. Nadie puede negar que la tecnología es el elemento más importante de la cultura de nuestro tiempo, y nuestros jóvenes deben de asimilar los elementos esenciales de nuestra cultura para que puedan llegar a ser ciudadanos de primera, para que puedan desempeñar su trabajo en el futuro y para que puedan ejercer sus derechos en una sociedad libre, democrática y tecnológicamente avanzada.
El hombre pulió la piedra para que penetrara con mayor facilidad en los cuerpos de los animales que pretendía cazar; aprendió luego a usarla en contra de sus semejantes. La ambivalencia tecnológica, lo bueno y lo malo de la tecnología, depende exclusivamente de la voluntad de aquellos que la usan.
Desafortunadamente, mucho más peligroso que la tecnología es la ideología, y recordar que muchos paraísos emergentes están ausentes del resto del mundo como ausentes están sus ciudadanos de la tecnología que aquí nos mueve, precarios en todo, y desde poder pillar algo a la boca a encontrar una simple aspirina, dependen del buen humor de algún que otro simpático sátrapa.


Post Scriptum 
Donde hay productividad, hay prosperidad; donde hay prosperidad, hay recursos para poder atender a todo aquel que realmente lo necesita. Que no os engañen, que no os cuelen la generosidad por la prodigalidad de los que despachan alegremente los billetes de los demás. Donde más control hay, más miseria crece, y todo, porque para poder pretender ayudar a los demás sobran los mantras de quienes no producen nada, y son los que acaban arruinándolo todo, haciéndonos creer que son las máquinas y el progreso los que lo empobrecen todo.

Corrupción, justicia, neocasta y democracia

En su día, aunque la basura que la corrupción arrastró dio mucho de sí para cuestionarlo todo, cuestionar abiertamente nuestra transición y nuestra democracia sólo lo hacen quienes realmente no quieren ser partícipes de un albedrío político ejemplar como el que disfrutamos, porque nuestra democracia les queda grande, y esta bendita democracia nuestra es algo más que votar, es preservar la libertad de expresión, la división de poder y la soberanía. Justamente, esto es lo que la neocasta no quiere entender, porque el referente inequívoco de sus políticas está en El Caribe, en esa democracia “ejemplar” que ahora está teñida de miseria, y que ellos giran la cabeza cuando les toca condenar o señalar abiertamente a aquellos que son responsables directos de los excesos que se cometen en ese país, que ha perdido la oportunidad de ser un paraíso precisamente cuando Chávez llegó al poder, y Maduro lo “heredó” ejerciéndolo como su mentor le enseñó, a palos. ¿Qué podemos esperar de los justicieros de nuestra corrupción cuando defienden lo indefendible en el “paraíso” que aman? ¿Quién “asesoró” a esa gente que ahora pisa a su pueblo? En fin, lo que hay detrás de algunos no es más que cuestionar claramente nuestra Transición y nuestra Democracia, con mayúsculas, el período de nuestra historia con mayor paz, prosperidad y libertad, porque el referente inequívoco de su política, eso que llaman “leninismo amable”, no tiene nada que ver con la democracia y la libertad que celebramos. En suma, nuestra democracia no tiene la culpa de los problemas que nos generan ciertas personas, y en la “democracia ejemplar” que nos tienen reservada algunos, no hay ninguna garantía, ni división de poder, ni nada que pueda mejorar lo que tenemos, con el evidente riesgo de perder todo aquello por lo que hoy debiéramos estar orgullosos.