miércoles, 3 de junio de 2020

Corrupción, justicia, neocasta y democracia

En su día, aunque la basura que la corrupción arrastró dio mucho de sí para cuestionarlo todo, cuestionar abiertamente nuestra transición y nuestra democracia sólo lo hacen quienes realmente no quieren ser partícipes de un albedrío político ejemplar como el que disfrutamos, porque nuestra democracia les queda grande, y esta bendita democracia nuestra es algo más que votar, es preservar la libertad de expresión, la división de poder y la soberanía. Justamente, esto es lo que la neocasta no quiere entender, porque el referente inequívoco de sus políticas está en El Caribe, en esa democracia “ejemplar” que ahora está teñida de miseria, y que ellos giran la cabeza cuando les toca condenar o señalar abiertamente a aquellos que son responsables directos de los excesos que se cometen en ese país, que ha perdido la oportunidad de ser un paraíso precisamente cuando Chávez llegó al poder, y Maduro lo “heredó” ejerciéndolo como su mentor le enseñó, a palos. ¿Qué podemos esperar de los justicieros de nuestra corrupción cuando defienden lo indefendible en el “paraíso” que aman? ¿Quién “asesoró” a esa gente que ahora pisa a su pueblo? En fin, lo que hay detrás de algunos no es más que cuestionar claramente nuestra Transición y nuestra Democracia, con mayúsculas, el período de nuestra historia con mayor paz, prosperidad y libertad, porque el referente inequívoco de su política, eso que llaman “leninismo amable”, no tiene nada que ver con la democracia y la libertad que celebramos. En suma, nuestra democracia no tiene la culpa de los problemas que nos generan ciertas personas, y en la “democracia ejemplar” que nos tienen reservada algunos, no hay ninguna garantía, ni división de poder, ni nada que pueda mejorar lo que tenemos, con el evidente riesgo de perder todo aquello por lo que hoy debiéramos estar orgullosos.

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