domingo, 13 de mayo de 2012

El penúltimo secreto


Las finanzas tratan de las condiciones y la oportunidad para conseguir dinero, de  sus usos, y de los pagos e intereses que se cargan por su compra y venta. “Mi adversario es el mundo financiero” (François Hollande). Si el “adversario” (muchos lo traducen como “enemigo”) permite que hoy dispongamos de liquidez para hacer efectivas nuestras nóminas, ¿quién lo hará luego?  Miren el vídeo. ¿Racionalidad o demagogia?
 Si estas palabras las pronunciara algún que otro dirigente populista iberoamericano, diría que son una auténtica demagogia. Nunca esperé yo de un dirigente europeo, ni siquiera en un mitin de precampaña, el “poético” pronunciamiento que dedicó Hollande al “Sistema Financiero” en este vídeo. Es lógico que mucha gente desconozca la importancia del sistema financiero en la economía moderna, porque, entre otras cosas, la información que reciben sobre él lo hacen a través de medios que sólo ofrecen la opinión de melifluas boquitas de encantadores políticos como éste. Es tan importante el sistema financiero, que el desempeño deficiente del mismo, es decir, el transferir mal el dinero de quién no lo necesita a quién lo hace productivo, es la principal causa de pobreza en la mayoría de países del mundo. Economistas nada sospechosos (esto lo digo para los “progretas”) como Stiglitz, comparan el sistema financiero, nada más y nada menos, como el cerebro de la economía. En esto le doy la razón, ya que las familias, las empresas y los gobiernos, dependen del sistema financiero para satisfacer la demanda de dinero que requieren, reubicando el capital de quien no lo necesita hacia donde es más efectivo o produzca mayor provecho, devolviendo a cambio una mayor rentabilidad. Cuando el sistema financiero sufre un desplome pocos pueden conseguir dinero, produciéndose una crisis, perpetuándose al ser muy difícil romper el círculo vicioso entre la demanda de dinero y la incapacidad para poder ofrecerlo, al no poder generarse con la actividad económica recursos suficientes para poder superar el pago de la deuda pendiente. En fin, a Hollande, hoy Presidente de Francia, le deseo lo mejor, como no podía ser menos, y ojalá tenga que reírme de todas las chorradas que escribo al descubrir con él una nueva visión de la economía que nos sacara rápidamente de la crisis. ¡Uuuummmm!!! Tengo mis dudas, y espero que con él, al menos, no vayamos a peor. Yo no vivo por el dinero, pero lo necesito, como todos los “hombres normales” como Hollande.

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