domingo, 22 de mayo de 2011

Una conjura de necios


              La etiología de la crisis actual no es igual a la de cualquier otra, y culpar a todos aquellos que hicieron un buen negocio asumiendo el riesgo de los desarraigados de siempre, aquellos a los que nadie brindó nunca una oportunidad como la que tuvieron para cambiar de estatus debido al bajo precio del dinero y a las escasas garantías para obtenerlo, es un simplismo imperdonable. En América le llaman crisis “Ninja”, entre otras cosas, porque esa parte del pueblo ignorado frecuentemente ha alcanzado una cuota de soberanía real inimaginable, al poner a su alcance la oportunidad de comprar aquello a lo que normalmente nunca tendría acceso, y eso fue posible gracias a que las entidades financieras, por primera vez en la historia, asumieron un riesgo mayor del que habitualmente tenían por costumbre. La estrategia financiera sucumbió, porque el nuevo albedrío invitaba como nunca, tanto a entidades como a estados, a sacarle el máximo partido a la ocasión, depositando parte del riesgo en productos financieros tradicionalmente seguros, pero que la especulación petrolífera, la bajada del valor del bien hipotecado, el incremento del paro, la caída paulatina de las bolsas, etc., fue superando el riesgo inicialmente asumido, imposible de compensar con las garantías exigidas y con los resultados de las hipotecas de bajo riesgo de impago. La incompetencia la veo en el estado, que negando permanentemente la crisis, delata esa temeridad propia de aquellos que con una sonrisa pretenden ocultarlo todo, sin aportar nada más que un discurso propia de una conjura de necios, que ignoran descaradamente que ellos también fueron partícipes de esta bendita ocasión.

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