martes, 6 de septiembre de 2011

Mi cuota de poniente.


Hace ya algunos años que deambulé por los Estados Unidos de América, disfrutando muchísimo del derroche de vida y libertad que allí se ofrece abiertamente para todos; pero el 11S me sobrecogió despistado en mi pisito, en una pequeña ciudad del reino de las naciones enanas, una latitud algo grotesca y cuasi expatriada,  muy distinta a la sólida amalgama que acoge el sueño y la esperanza compartida por todos los norteamericanos. Ahora sé apreciar mucho más lo que somos y lo que tenemos, fundiéndose ocasionalmente en mi cabeza los gratos recuerdos vividos entre Virginia y Wyoming y los horribles sucesos acaecidos ese día. Algún compatriota dejó su vida allí, y por todas las víctimas, nunca cesaré de reivindicar, defender y admirar, mi cuota de poniente, la que nace alegremente cada mañana en el ocaso del oriente sometido, intentando contribuir así para que no sea el olvido el que nos devuelva otro trágico día de septiembre o de marzo, donde el aliento de una fría obsesión etérea pueda helarnos de nuevo el corazón. Que Descansen En Paz las Víctimas, pero no en el olvido.

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