lunes, 9 de abril de 2012

Resulta que nuestro problema es el "Stand by"


Sin tener en cuenta el router, el gasto energético en “stand by” en mi casa es el 4% de la energía total consumida al año. Como no voy a renunciar a mi apreciada comodidad ni a poder recibir o establecer una llamada telefónica en cualquier momento del día, el router lo tendré siempre encendido, y tiene el mismo carácter esta situación que el mantener en espera el frigorífico o el calentador de agua permanentemente. Durante bastantes años de nuestra democracia, a los políticos lo único que les ha preocupado es la posible pérdida de votos, alimentando la demagogia sobre muchas cosas, entre las que se prestaba la energía, ocultando al pueblo lo que implicaría vertebrar la política energética en torno a las bautizadas simpáticamente como “energías alternativas”. Éstas energías son las que están incrementando el llamado “déficit tarifario”, ese “plus” que todo hijo de vecino está obligado a pagar para que las compañías que nos “venden” este tipo de energía no vayan a comprometer un duro con ello. No importa que el delirio “verde” se lleve hasta el infinito, lo único que importa es que el “caudillaje” de demócratas tenga lavada la cara con oxígeno puro en época electoral, y mientras en otros países velan para que el pueblo, incluso los más desfavorecidos, dispongan de una energía barata y de calidad, aquí ya sólo pueden disponer de tan preciado bien los que realmente pueden pagarlo. A mí no me preocupa tener que apagar o no el “stand by” para ahorrar una miseria, a mí me preocupa que en invierno pueda calentarme, o en verano refrescarme, a un precio razonable, gozando de un bienestar que cada día es más difícil de poder disfrutar aquí. Detrás del buen “rollito” de una adecuada “gestión de la demanda”, “políticas de ahorro” y “eficiencia energética”, está la mentalización de que lo único que nos depara el futuro es una escasez energética que ronda la usura, y mientras el déficit tarifario no deje de incrementarse hasta que alcance el nivel de “empleado público vitalicio”, garantizando el estado a ciertas compañías eléctricas su futuro antes que el del ciudadano, aquí no se moverá un dedo. Ofrecer un bien como la energía a un precio que mayoritariamente muchos ciudadanos no podrán pagar es propio de países tercermundistas.

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