domingo, 19 de junio de 2011

El problema que delata el famoso FT



¿Cuál era el verdadero problema que delataba el famoso Financial Times? No era que la deuda pública española fuera inferior a cualquiera otra deuda de cualquier otro país europeo, como se afanan en reiterar y reiterar las bocinas socialistas, el verdadero problema es que la solvencia española está en entredicho, porque nadie confía en que seamos capaces de generar los recursos necesarios para poder dejarla presentable como nuestros socios quieren. Nadie cuestiona la solvencia de Francia o Alemania o de Los Estados Unidos, a pesar de que su deuda es mucho mayor que la nuestra, pero todo el mundo sabe, excepto nuestro iluminado presi, que sus recursos económicos, fruto en gran medida de una dinámica de empleo mucho más fluida que la nuestra, de un arraigo tecnológico y de una independencia energética resuelta, de una educación y de un nivel de vida incomparables, cubren con creces una eventualidad económica que puede presentarse en cualquier país moderno, donde el libre albedrío de la libertad económica y de la oportunidad para todos, pueda brindar ocasionalmente algún exceso que nos obligue a frenar un poco y recomponer el sistema para evitar que caiga. Es lamentable, que la “cultura del control” meta en el mismo saco la estafa y el albedrío del préstamo hipotecario para cuestionar el ideario de la libertad económica y política, y así pretender calzar hábilmente el ideario del alineamiento económico y social, demostrándose amargamente que trepar en la cadena vertical del partido puede ser mucho más rentable, que asumir los riesgos que implican tomar la delantera y comprometer el capital de muchos empresarios y españoles con iniciativa, muy distintos a otros a los que se desconoce cualquier oficio o beneficio anterior alguno antes de atreverse a asumir responsabilidades que ahora les vienen grandes. En fin, en realidad no somos nadie, América y Europa van por otro camino, y nosotros a la espera de que la providencia nos saque del atolladero. La suerte está echada.

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