miércoles, 24 de octubre de 2012

La más simpática de Europa

    Queda lejos el tiempo en el que opinar podía acarrear serios problemas. Evidenciar el error y la falacia para poder apreciar mejor la verdad debía de ser el objetivo de la crítica. La realidad es otra. La falta de honestidad intelectual hace hoy de la crítica un arma arrojadiza que siempre apunta al corazón y a las vísceras del ciudadano, implicándolo en la batalla política intentando usurparle su sano juicio, ocultando la racionalidad y la verdad bajo la sombra del delirio y de la demagogia al servicio de los intereses del partido. Estoy espantado con la izquierda de este país y la escasa altura intelectual de sus candidatos. Yo no voté en estas elecciones echando mano de un bagaje ideológico que me colmara de razón a la hora de consumar mi voto, voté pensando en lo funesto que sería que tres cabezas pretendieran gobernar a costa de usurparle la oportunidad de hacerlo al partido más votado. Un defecto de origen que tiene nuestra democracia es que la suma aritmética puede pisar una mayoría incuestionable, y aunque ahora la derecha sociológica de Galicia tomó buena nota otorgando mayoría absoluta a sus representantes, lo cierto, por bien de todas las formaciones políticas, es que debería cambiar algo para brindar siempre la oportunidad de formar gobierno a la lista más votada. Sin ninguna duda también, las listas electorales deberían de abrirse ya, en aras de permitir una evolución saludable de nuestra democracia antes de que acabe tristemente convirtiéndose en cualquier otra cosa. No hay tu tía, sigue una parte del pueblo, legítimamente, echando mano de lo añejo, brindando de nuevo la oportunidad a lo más rancio de la izquierda, esa izquierda inmadura que no acaba de evolucionar, y que se refugia en la gresca para recaudar votos entre el resentimiento y la patriotería. Dicen que los recortes matan; los recortes no matan, mata la falta de recursos y la mala gestión, hermoso legado de la izquierda más simpática de Europa, aunque sean incapaces de sonreír en alguna ocasión.

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