miércoles, 14 de agosto de 2013

La fe es una cuestión de confianza

Quien crea que la mentira pueda desaparecer en muchos ámbitos sociales, como los de la política o la justicia, por ejemplo, es un auténtico ingenuo. Muchos filósofos justificaron la mentira en aras de preservar una estrategia o para no comprometer a la diplomacia,  pero la necesidad de creer y apoyarnos en un pilar seguro para no zozobrar en la crisis me obligan a aceptar las “contradicciones” del presi antes que confiar en la “verdad” del de Soto del Real y en la línea editorial de El Mundo. Sobre lo que se cuece en las intimidades de los partidos respecto a su financiación, realmente sólo lo saben ellos, pero dudar sobre sus cuentas, sus sobresueldos o gratificaciones, parece que no se le escapa a nadie. De todos modos, la fe es una cuestión de confianza, y mientras esa confianza no sea quebrada por el excelente equipo judicial que lleva el caso, en cuestiones de fe no me meto, y está en ustedes creer lo quieran sobre ello.
Hoy la confianza está en la calle, en esa percepción de mejora económica que nadie puede ahora negar, y que yo percibí de forma inequívoca durante mis vacaciones. Los bares y establecimientos que cerraron el año pasado, abrieron de nuevo. Los comercios trabajaban a todo trapo, y estaban abarrotados de gente. El bullicio de la calle me inspiró una confianza que no puedo describir, y que hacía mucho tiempo que no percibía.
Fuera de mi percepción subjetiva, los datos son los que son. El tesoro público acudirá a los mercados de un modo más relajado de lo que lo estaba haciendo hasta ahora, reduciendo el volumen mensual de emisiones aproximadamente en un tercio, ya que se ha cubierto más del 75 por ciento de las necesidades de financiación de este año. Y aún más, la volatilidad del bono español estuvo casi como la del bono alemán, y esa ausencia de oscilación lo delata como un activo financiero que tiende a la estabilidad haciendo también que el retorno sea más predecible. El IBEX sube y se instala a niveles de máximos anuales, en torno a 8700 puntos,  siendo los mercados alcistas los que parecen dominar la situación. La economía alemana tiene, como no podía ser menos, una dirección bien definida, y la periferia europea sometida a cintura no para de ofrecer noticias positivas, como la de nuestra prima de riesgo, que define el diferencial a 10 años respecto al bono alemán, que lleva cayendo hasta niveles del 2011, en torno a los 270 puntos básicos. Por si fuera poco, el IPC descendió a la mitad respecto al mismo período de tiempo en el año anterior, y el paro descendió paulatinamente durante los últimos meses, más allá de la estacionalidad acostumbrada. Las medidas tomadas están dando frutos, y no me cabe la menor duda que contribuirán a mejorar mucho más la situación. La necesidad de creer puede ser un síntoma de fuerza o de debilidad, y eso, a mi juicio, dependerá de como nos vayan las cosas económicamente. Lo demás queda en manos de la política de bisutería.

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